martes, 9 de febrero de 2016

Así no veamos los frutos no dejemos de sembrar

El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla,     cantando recoge sus gavillas. 
Salmo 126:5-6.

Lectura: Salmo 126:1-6.  Versículos del día: Salmo 126:5-6.

MEDITACIÓN DIARIA

Muchas veces se sufre al compartir la Palabra del Señor y ver que no se obtienen los frutos esperados. Sin embargo, esto no es nada comparable con las experiencias vividas de quienes fueron los encargados de proclamar el Evangelio especialmente en nuestros países de América Latina. Yo sé por lo menos, que en la Historia del Cristianismo en Colombia, hubo misioneros que aun con su vida pagaron el precio de su misión. Otros fueron secuestrados, martirizados y deportados. Sin embargo tuve la oportunidad de escuchar en una ocasión a la hija de uno de ellos que era niña en ese tiempo y su conclusión fue cómo al volver de visita a mi país, había podido comprobar la fidelidad de Dios. Ella se alegraba y daba gloria al Señor al observar cuánto había crecido el cristianismo allí. Su padre había muerto y él no pudo ver en qué terminó la obra que Dios le impuso de ir y extender su reino. Pero como lo dijo el Señor Jesús: “¡Abran los ojos y miren los campos sembrados! Ya la cosecha está madura; ya el segador recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna. Ahora tanto el sembrador como el segador se alegran juntos. Porque como dice el refrán: “Uno es el que siembra y otro el que cosecha.” Yo los he enviado a ustedes a cosechar lo que no les costó ningún trabajo. Otros se han fatigado trabajando, y ustedes han cosechado el fruto de ese trabajo” Juan 4:35-38.
Yo he orado por familiares míos por décadas completas y cuando de pronto sé de alguno de ellos que a pesar de haberle compartido hizo caso omiso, pero quizá al vecino sí le creyó y se ha rendido a los pies del Señor; entonces lo que antes me hizo llorar de tristeza, se convierte en llanto de alegría y agradecimiento a nuestro buen Dios. No temamos sembrar la semilla, que a su tiempo dará el fruto esperado. Quizá no lo veamos pero por fe sabemos que el Señor lo hará.

Amado Señor: Muchas gracias por cada una de las personas que están en nuestra lista como candidatos al reino. Te rogamos por ellas bendito Dios para que tú desde ahora las tengas en tu mirada. Bendícelas y guárdalas hasta el tiempo en que creas conveniente lleguen a tus pies.

Un abrazo y bendiciones.

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