El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas.Salmo 126:5-6.
Lectura: Salmo
126:1-6. Versículos del día: Salmo
126:5-6.
MEDITACIÓN DIARIA
Muchas veces se sufre
al compartir la Palabra del Señor y ver que no se obtienen los frutos
esperados. Sin embargo, esto no es nada comparable con las experiencias vividas
de quienes fueron los encargados de proclamar el Evangelio especialmente en nuestros
países de América Latina. Yo sé por lo menos, que en la Historia del
Cristianismo en Colombia, hubo misioneros que aun con su vida pagaron el precio
de su misión. Otros fueron secuestrados, martirizados y deportados. Sin embargo
tuve la oportunidad de escuchar en una ocasión a la hija de uno de ellos que
era niña en ese tiempo y su conclusión fue cómo al volver de visita a mi país,
había podido comprobar la fidelidad de Dios. Ella se alegraba y daba gloria al
Señor al observar cuánto había crecido el cristianismo allí. Su padre había
muerto y él no pudo ver en qué terminó la obra que Dios le impuso de ir y
extender su reino. Pero como lo dijo el Señor Jesús: “¡Abran los ojos y miren
los campos sembrados! Ya la cosecha está madura; ya el segador recibe su
salario y recoge el fruto para vida eterna. Ahora tanto el sembrador como el
segador se alegran juntos. Porque como dice el refrán: “Uno es el que siembra y
otro el que cosecha.” Yo los he enviado a ustedes a cosechar lo que no les
costó ningún trabajo. Otros se han fatigado trabajando, y ustedes han cosechado
el fruto de ese trabajo” Juan 4:35-38.
Yo he orado por
familiares míos por décadas completas y cuando de pronto sé de alguno de ellos
que a pesar de haberle compartido hizo caso omiso, pero quizá al vecino sí le
creyó y se ha rendido a los pies del Señor; entonces lo que antes me hizo
llorar de tristeza, se convierte en llanto de alegría y agradecimiento a
nuestro buen Dios. No temamos sembrar la semilla, que a su tiempo dará el fruto
esperado. Quizá no lo veamos pero por fe sabemos que el Señor lo hará.
Amado Señor: Muchas
gracias por cada una de las personas que están en nuestra lista como candidatos
al reino. Te rogamos por ellas bendito Dios para que tú desde ahora las tengas
en tu mirada. Bendícelas y guárdalas hasta el tiempo en que creas conveniente
lleguen a tus pies.
Un abrazo y
bendiciones.
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