Al ver a Jesús, Herodes se puso muy contento; hacía tiempo que quería verlo por lo que oía acerca de él, y esperaba presenciar algún milagro que hiciera Jesús.Lucas 23:8.
Lectura: Lucas
23:1-25. Versículo del día: Lucas 23:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Nos pasará como a
Herodes: ¿Solamente queremos verlo por curiosidad o lo buscamos pretendiendo un
milagro? Dice el refrán que: ‘no hay peor ciego que el que no quiere ver’.
También diría yo; ‘hay quienes miran pero no ven’. De todas maneras, todos van
andando con ceguera espiritual.
Es que no necesitamos
que el Señor venga y se nos presente físicamente. Él nos dejó muchas maneras
para verlo; solamente tenemos que activar nuestros ojos espirituales y no solo
lo veremos sino que también lo encontraremos. Su Palabra nos lo afirma: “Los
cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un
día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. Sin
palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, por toda la tierra resuena su
eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!” (Salmo 19:1-4); “Oh
Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra! ¡Has
puesto tu gloria sobre los cielos!” (Salmo 8:1).
Ahora, el Señor Jesús
dijo: “Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron
de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me
vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron…
Les
aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más
pequeño, lo hicieron por mí” (Mateo 25:35-36 y 40). Entonces que no se diga que
no se ha visto.
No lo busquemos por
conveniencia; busquémoslo para adorarle por lo que es y para glorificar su
Nombre. “Así que yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán;
llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; el que
busca, encuentra; y al que llama, se le abre” (Lucas 11:9-10). Todo lo que tenemos
alrededor nos muestra quién es Él, así que no hay excusa alguna para decir que
no lo vemos.
Amado Señor: Permite
que te veamos desde la minúscula flor hasta los picos más elevados de la
naturaleza. Que te veamos también en los niños con su risa alegre igual que en
el anciano y sabio entrado en años. Que no pases inadvertido cuando el menesteroso
se acerca o cuando observamos desde afuera al solitario en una clínica o
cárcel. ¡Gracias buen Dios por manifestarte al hombre de tan diferentes
maneras! ¡Abre nuestros ojos espirituales para admirar tu Nombre!
Un abrazo y
bendiciones.
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