Cuando los hombres caen, ¿acaso no se levantan? Cuando uno se desvía, ¿acaso no vuelve al camino?Jeremías 8:4.
Lectura: Jeremías
8:4-7. Versículo del día: Jeremías 8:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Esto es lo que el Señor
advierte a su pueblo a través del profeta Jeremías. Siente dolor porque sabe
que ellos, a pesar de pecar y desviarse, no quieren volver por el camino recto.
Lo triste es saber que lo mismo ocurre ahora con su Iglesia que también es su
pueblo adquirido. Tal vez en su Iglesia es ahora más importante la cantidad que
la calidad. Me explico: están llenas de gente pero ¿cuántos de ellos son en
verdad cristianos?
Mi percepción es que
somos débiles y podemos caer, pero si somos cristianos, es el mismo Señor
encargándose de levantarnos, “porque siete veces podrá caer el justo, pero
otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la
desgracia” (Proverbios 24:16). Entonces considero que esto puede ser un buen medidor
para detallar si estamos o no estamos; si somos o no somos. Muy seguramente si
consentimos el pecado y nos amañamos con él, es porque no lo somos; pero si
caemos, pedimos perdón y retomamos el camino, será el espíritu Santo quien se
manifestará continuando su obra regeneradora en cada uno.
Diferenciemos bien lo
que es el hombre natural del hombre carnal. “Pero el hombre natural no percibe
las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las
puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14
RVR1960). El natural es el que no conoce a Dios y de pronto ni le interesa.
Este se hundirá en su desgracia. Más el espiritual juzga todas las cosas. Lo triste es que la mayoría de fieles no son
ni lo uno ni lo otro; son carnales y Pablo nos lo explica muy bien: “De manera
que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales,
como a niños en Cristo” (1 Corintios 3:1 RVR 1960). Precisamente eso nos pasa:
no hacemos lo que queremos sino lo que aborrecemos (Romanos 7:15).
Hay una buena noticia
para la enfermedad. ¡El remedio es el bendito Espíritu Santo! Pidamos su
llenura permitiéndole que vuelva a
sentarse en el trono de nuestra vida y nos regale todo su fruto; así tendremos
la oportunidad de no quedarnos caídos y de ser auténticos cristianos
espirituales.
Amado Señor: Gracias
por tu Palabra y por tu Santo Espíritu que nos redarguye de pecado y nos
muestra cuando hemos caído. Gracias porque cada día vas completando tu buena
obra y regenerándonos hasta el día final. ¡Te amamos Señor por tu misericordia
y perdón!
Un abrazo y
bendiciones.
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