martes, 26 de enero de 2016

Hombre natural y hombre carnal




Cuando los hombres caen, ¿acaso no se levantan? Cuando uno se desvía, ¿acaso no vuelve al camino?
 Jeremías 8:4.


Lectura: Jeremías 8:4-7.  Versículo del día: Jeremías 8:4.

MEDITACIÓN DIARIA

Esto es lo que el Señor advierte a su pueblo a través del profeta Jeremías. Siente dolor porque sabe que ellos, a pesar de pecar y desviarse, no quieren volver por el camino recto. Lo triste es saber que lo mismo ocurre ahora con su Iglesia que también es su pueblo adquirido. Tal vez en su Iglesia es ahora más importante la cantidad que la calidad. Me explico: están llenas de gente pero ¿cuántos de ellos son en verdad cristianos?
Mi percepción es que somos débiles y podemos caer, pero si somos cristianos, es el mismo Señor encargándose de levantarnos, “porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia” (Proverbios 24:16). Entonces considero que esto puede ser un buen medidor para detallar si estamos o no estamos; si somos o no somos. Muy seguramente si consentimos el pecado y nos amañamos con él, es porque no lo somos; pero si caemos, pedimos perdón y retomamos el camino, será el espíritu Santo quien se manifestará continuando su obra regeneradora en cada uno.
Diferenciemos bien lo que es el hombre natural del hombre carnal. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14 RVR1960). El natural es el que no conoce a Dios y de pronto ni le interesa. Este se hundirá en su desgracia. Más el espiritual juzga todas las cosas.  Lo triste es que la mayoría de fieles no son ni lo uno ni lo otro; son carnales y Pablo nos lo explica muy bien: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo” (1 Corintios 3:1 RVR 1960). Precisamente eso nos pasa: no hacemos lo que queremos sino lo que aborrecemos (Romanos 7:15).
Hay una buena noticia para la enfermedad. ¡El remedio es el bendito Espíritu Santo! Pidamos su llenura  permitiéndole que vuelva a sentarse en el trono de nuestra vida y nos regale todo su fruto; así tendremos la oportunidad de no quedarnos caídos y de ser auténticos cristianos espirituales.

Amado Señor: Gracias por tu Palabra y por tu Santo Espíritu que nos redarguye de pecado y nos muestra cuando hemos caído. Gracias porque cada día vas completando tu buena obra y regenerándonos hasta el día final. ¡Te amamos Señor por tu misericordia y perdón!

Un abrazo y bendiciones.

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