También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: —Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de m De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes.Lucas 22:19-20.
Lectura: Lucas 22:7-22. Versículos del día: Lucas 22:19-20.
MEDITACIÓN DIARIA
La Cena del Señor. Esto fue lo que Él hizo antes de su pasión y muerte, y nos la dejó para que cuando la tomemos, hagamos memoria de lo que hizo por nosotros. No es que el pan se transforme en su cuerpo y el vino en su sangre, simplemente es que simbolizan su redención. Es un momento especial en el culto y del cual debemos participar con regocijo y a la vez con actitud de reverencia, al recordar que no fue una muerte más la del Señor para darnos a cada uno, el paso a la salvación.
Por eso es
importantísimo lo que el apóstol Pablo agrega: “Porque cada vez que comen este
pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga”; “Por
lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera
indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor. Así que
cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa” (1
Corintios 11:26; 27-28). Primero que todo, estamos divulgando en quién hemos
creído y el porqué de su muerte; pero para esto, siendo un acto tan sublime,
debemos examinarnos para no tomarla indignamente. Recordemos siempre esto.
Personalmente considero
que la conmemoración de la Cena del Señor, debe tener la importancia que merece
y que los pastores y ministros tienen que enfatizar en el hecho de tomarla
dignamente; y que por el mismo respeto que alcanza, también es necesario
esperar a que todos la tengan en sus manos. Por lo menos, los que ya conocemos
exactamente lo que dice su Palabra, recibámosla con la postración que demanda. ¡De
verdad, que no merecíamos tanto!
Amado Señor: Gracias porque al tomar la Cena nos permites recordar que tu cuerpo fue molido y tu sangre derramada en el Calvario por nuestros pecados. Gracias porque todo lo de tu ser lo dejaste añicos en esa cruz, solamente con la misión de tener ahora el camino despejado hacia el Padre eterno y llevarnos contigo hacia la patria celestial. ¡No merecíamos tanto Señor y sin embargo lo hiciste! ¡Te amamos y te damos toda la gloria y honra que mereces!
Un abrazo y bendiciones.
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