viernes, 22 de enero de 2016

No caigamos en el perfeccionismo




He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡sólo tus mandamientos son infinitos! 
Salmo 119:96.


Lectura: Salmo 119:60-90.  Versículo del día: Salmo 119:96.

MEDITACIÓN DIARIA

Bueno, esta perfección de la que me gustaría hablar es la que a veces nos domina y por ende nos estresa. Mi percepción cambió totalmente cuando escuché a un Pastor hablar sobre el perfeccionismo y me di cuenta que era muy diferente querer  hacer las cosas bien a querer ser perfeccionista. En verdad tuve que aprenderlo y reconocer que yo era la del problema, no los demás. Mi madre tenía un dicho muy cierto respecto al equilibrio que debemos lograr en todos los asuntos: “Ni tanto que queme al santo, ni poco que no lo alumbre”. “No seas demasiado justo, ni tampoco demasiado sabio. ¿Para qué destruirte a ti mismo?”  (Eclesiastés 7:16). Definitivamente el perfeccionismo sí destruye porque en vez de construir o levantar nos lleva a la crítica continua y por ende si es en el hogar, tanto martillar se convierte en gotera continua. El perfeccionismo aleja de nuestro lado a amigos e incluso a seres queridos.
Creo que la idea de querer hacer  tener todo perfecto, nos lleva a considerarnos infalibles y el único infalible es Dios. Reflexionemos y analicemos si estamos llevando al extremo el querer hacer todo sin error alguno. Pensemos que el Señor sabe perfectamente quienes somos y cuál es nuestra naturaleza humana; así que ¿para qué querer engañarnos? Lo que somos se lo debemos a Él; los talentos son solamente prestados aquí y claro que debemos esforzarnos en administrarlos de la mejor manera pero sin llegar a convertirlos en una obsesión de perfeccionismo. ¡Esto es pecado!

Amado Señor: Te entregamos todos nuestros deberes, tareas y metas para que seas Tú dirigiéndonos y llevándonos a cumplirlo todo de una manera ordenada y apropiada. Por favor quita el perfeccionismo de nuestro lado y perdona el hecho de querer suplantarte en la perfección, porque reconocemos que sólo Tú eres perfecto. ¡Gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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