Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.Lucas 22:42.
Lectura: Lucas
22:39-46. Versículo del día: Lucas
22:42.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor Jesús sufrió
en su naturaleza humana toda la maldad del hombre no solo física sino espiritualmente
ya que sobre Él recayó el peso de nuestros pecados. Sabía de antemano lo que
pasaría en su pasión y muerte al orarle al Padre en el Monte de los Olivos, a
tal extremo que su sudor era gotas de sangre (v. 44). Fue tan intensa su
preocupación, que sus poros se abrieron para transpirar sangre. Si Jesús como
hombre tuvo todas las tentaciones pudo ser que también sintió miedo al punto de
decirle al Padre: “si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se
cumpla mi voluntad, sino la tuya”. No existía otro método para la redención y
Jesús pasó a colocar la voluntad del Padre por encima de sus deseos y
preocupaciones con tal de obedecer y terminar la misión encomendada. Nos dejó
con este acto, el amor más sublime y grande de dar su vida por nosotros, además
de un ejemplo de valentía y decisión que debemos imitar. ¡Es que cuando
cumplimos su voluntad, no alcanzamos a imaginar hasta dónde llegará su benignidad!
Reflexionemos sobre
este pasaje y meditemos lo que significó para el Señor morir humillado, torturado
y despreciado en una cruz con el único fin de salvarnos y tener el derecho de
ir al cielo; porque cuando le decimos a Jesús que lo aceptamos como nuestro
Señor y Salvador, le estamos diciendo a la vez: ‘reconozco lo que hiciste por
mí’.
Amado Padre: Enséñanos
a cumplir tu voluntad igual como lo hizo el Señor Jesús. Danos valor, fortaleza
y disposición determinante para efectuar la obra que deseas en cada uno de
nosotros. ¡Gracias buen Dios por habernos dado a tu Hijo amado! Gracias porque
en Él tenemos remisión de pecados.
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario