domingo, 1 de abril de 2012

Protección divina

El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.
Salmo 91:1.


Lectura diaria: Salmo 91:1-16. Versículo principal: Salmo 91:1.


REFLEXIÓN


Tratamos de resguardarnos de todo aquello que nos pueda causar un daño para que las consecuencias sean lo menos destructivas; por ello se inventaron los seguros y son necesarios. Sin embargo, Dios que es Pionero en todo campo, nos ha dejado el seguro contra todo riesgo. “Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío” (v. 2). Él nos libra de las trampas que nos vive colocando el enemigo y aun de las plagas (v.3). Pueden ser plagas de animales o plagas de enfermedad, de pestes que incluso matan (v. 6); el caso es que su mano protectora siempre estará ahí para sacarnos y no permitir que nos toquen.

Conozco muchas personas que viven a cada momento temiendo lo malo; todo se les convierte en un simple “no”. No comen, no salen, no, no y no; porque simple y llanamente no confían en Dios y su mente solo piensa en calamidades que les roba la paz.

Después de mi enfermedad, he recibido muchos “no”: “no comas, no uses, no hagas esto o aquello porque…”. La verdad es que mi médico jamás me ha prohibido o recomendado alguna de las tantas cosas que me dicen. Cuando desconfiamos de cuanto nos rodea es porque no tenemos la certeza de quien es nuestro protector. Estoy convencida que Dios en cualquier momento y a cualquier hora está a nuestro lado para sacarnos avante en los relámpagos importunos que nos puedan llegar. Sus ángeles tienen una misión que cumplir: velar por los hijos de Dios (v. 11). Lo que nos queda es refugiarnos en el Señor, sabiendo que Él es poderoso para guerrear por nosotros y librarnos. “Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré, y lo llenaré de honores. Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación” (vv. 15-16).

Entendamos el Salmo 91 en toda su extensión; apropiémonos de él, no como un fetiche al modo que algunos lo tienen, sino como la Palabra de Dios puesta a nuestra disposición para que vivamos sosegadamente confiando que si Dios lo dice, así es.


Amado Señor: Permite que siempre nos acojamos bajo tu abrigo protector debajo de esas plumas bienhechoras que nos infunden calor, confianza y descanso.


Un abrazo y bendiciones.

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