lunes, 16 de abril de 2012

Hablar sin miedo alguno

No tengas miedo; sigue hablando y no te calles, pues estoy contigo.
Hechos 18:9-10a


Lectura diaria: Hechos 18:1-17. Versículo principal: Hechos 18:9-10a


REFLEXIÓN


Cuando Pablo estaba predicando en Corinto, muy seguramente pudo sentirse débil e inseguro por la misma persecución e intolerancia de los de allí y el Señor en una visión le dice: “No tengas miedo; sigue hablando y no te calles”. ¿Cuántas veces nos pasa lo mismo? Personalmente tengo que confesar que mi propósito este año es compartir individualmente, no solo a través de los devocionales enviados sino persona a persona y por lo general antes de lanzarme siento temor e incertidumbre por lo que pueda pensar el escogido. Recuerdo que cuando me convertí al Señor, ni siquiera lo pensaba dos veces; fue tan maravilloso y tan diferente el Dios que empezaba a conocer que quería que todos sintieran la experiencia que yo estaba disfrutando. Hablaba con tranquilidad y con denuedo. Exactamente como lo hace un niño pequeño que no limita sus palabras porque su misma candidez le permite obrar así. Creo que en el área espiritual sucede lo mismo: vamos creciendo y nos tornamos más callados y precavidos. Con razón decía Pablo que tenemos que hablar a tiempo y a destiempo: “Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno”; “Tú, por el contrario, sé prudente en todas las circunstancias, soporta los sufrimientos, dedícate a la evangelización; cumple con los deberes de tu ministerio (2 Timoteo 4:2 y 5).

¿Qué hizo entonces Pablo en la ciudad de Corinto? “Se quedó allí un año y medio, enseñando entre el pueblo la palabra de Dios” (v. 11 de la lectura). Hay que obedecer. El Señor dijo: “–Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras” (Lucas 19:40). Tenemos una misión que cumplir porque ese fue el encargo del Señor Jesucristo y en eso consiste la gran comisión: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19). Si alguien tuvo la entereza de compartirnos a nosotros y cuán agradecidos estamos por ello, ¿por qué no hacerlo de igual modo?

No tengamos miedo porque quien hace la obra es el Espíritu Santo; nosotros solo somos instrumentos en su mano. Oremos antes para que Él nos llene de todo su poder y discernimiento dirigiéndonos a la persona que nos tiene preparada.


Señor: Enséñanos a no callar por timidez o miedo y permítenos llevar tu mensaje por donde quiera que vayamos. Queremos ser diligentes con tu mandato.


Un abrazo y bendiciones.

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