domingo, 29 de abril de 2012

Justificados por la fe


Esta justicia de Dios ha llegado mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen.  
 Romanos 3:22.

Lectura diaria: Romanos 3:1-31.  Versículo principal: Romanos 3:22.

REFLEXIÓN

El apóstol Pablo nos enseña que todo el que se acerque a Jesucristo es salvo por la fe que tiene en el Hijo de Dios.  Nadie será justificado por las obras que exige la ley; más bien la ley sirve para concientizarnos del pecado (v. 20).  Muchas veces estamos convencidos que somos buenos, que no le hacemos mal a nadie, que siempre hemos sido fieles a una religión o enseñanza; que hemos buscado a Dios a través de filosofías, etc. pero la conclusión verdadera está en la Biblia que es su Palabra: todos, absolutamente todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (v. 23).  Bajo este parámetro, Dios tuvo que enviar a su Hijo al mundo para justificarnos por medio de Él.  Solamente cuando llegamos a sus píes y reconocemos lo hecho  en la cruz del Calvario, Dios nos puede mirar con otros ojos: pasa por encima nuestro pecado porque lo lleva a cuestas Jesús de Nazaret.   Al hombre no le queda más que aceptar el regalo que Dios ofrece porque mediante Él se manifiesta su justicia. “De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús” (v. 26).
En el cielo no nos vamos a encontrar con los no pecadores, allí vamos a estar todos en el mismo nivel: pecadores arrepentidos, lavados y justificados con la sangre de Jesucristo.  O sea, no es que seamos justos, es que Dios ya nos ve justos por medio de Jesucristo.  Es el regalo, es la dádiva puesta para todo el que la quiera tomar “esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios” (Efesios 2:8b). 
Dios como el mejor de los Padres, nos ofrece el inigualable regalo de la salvación para justificarnos y darnos la vida eterna.  No la despreciemos.  Sería lo peor para esta vida y la futura. Hay que creer en el Señor Jesucristo como único y suficiente Salvador de la humanidad.

Amado Señor: Gracias por estar en mi vida y saber que nunca me abandonarás.  Gracias porque por tu inmenso amor, Dios Padre me ha justificado y ahora tengo la vida eterna contigo.    

Un abrazo y bendiciones.

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