Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría.Hechos 28:27.
Lectura diaria: Hechos
28:17-31. Versículo principal: Hechos
28:27.
REFLEXIÓN
Nos acostumbramos tanto a hacer
las cosas mal, que ya nada nos afecta.
Los homicidios, fraudes, envidias, borracheras, contiendas y en
especial, diría yo, el robo: pero no el de mano armada sino el de los cuellos
blancos que en últimas es peor que todos.
Nada de esto nos hace mella porque desafortunadamente todas estas
violaciones a la ley se han convertido en el pan diario de la humanidad. Se piensa más en la guerra y los países
desarrollados prefieren gastar en armas para sostenerla, que en llevarle
alimento y protección a tanto necesitado del planeta, que vive en absoluta
pobreza e indigencia.
Dios desea que todo hombre llegue
al arrepentimiento y que nadie perezca bajo las llamas del infierno (2 Pedro
3:9). Sin embargo, hay muchos que por
más que se les hable, vean palpable al Señor del universo a través de sus obras
o de una gran manifestación en su vida, tienen el corazón encallecido y nada les
conmueve. “Por mucho que oigan no
entenderán” (v. 26). Se les puede
compartir, predicar; han escuchado el mensaje por diferentes medios, pero
nada. Prima la rebeldía y una mala
entendida libertad, por la que según el mundo moderno ahora llama a lo bueno,
malo y a lo malo, bueno. Los valores han
quedado atrás. El respeto ya no se usa;
y cualquier cosa que se imparta para bien, dicen los mal llamados “entendidos”
frustra sus aspiraciones y traumatizan sus personalidades. Todo muy diferente a lo dejado por Dios en “su
manual de convivencia”. Su Palabra dice
claramente que hay que castigar al necio: “No dejes de disciplinar al joven,
que de unos cuantos azotes no se morirá.
Dale unos buenos azotes, y así lo librarás del sepulcro” (Proverbios
23:13-14). Hasta hace poco en mi país
había una valla en la que estaba escrita la frase del filósofo griego Pitágoras:
“Educad al niño y no será necesario castigar al hombre”. La educación es básica en el desarrollo de
una persona; pero dentro de la educación entra también la reprensión y el
castigo. Desafortunadamente en Colombia
por ejemplo, entró a regir la Ley de infancia y adolescencia que es más
permisiva que educativa. Nuestros
colegios y escuelas están llenos de niños y jóvenes dirigidos sin ninguna clase
de autoridad y ya vemos casos como el sucedido recientemente en un colegio de Itagüí
(Antioquia), donde los mismos compañeros mataron a golpes a un niño de trece añitos.
Situaciones como esta nos muestran
como cada día va siendo más difícil llegar al corazón del hombre, “Habrá tanta
maldad que el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Pero gracias a Dios también hay una promesa: “Y
este evangelio del reino se predicará en
todo el mundo como testimonio a todas las naciones” (Mateo 24:14). Sí, la maldad predominará pero la superará el
amor y la misericordia de Dios. Por eso
hay que llevar el mensaje porque así estén los corazones endurecidos, la
Palabra de Dios nunca regresará vacía (Isaías 55:11). Permitamos que otros busquen al Señor mientras
pueda ser hallado (Isaías 55:6).
Amado Dios: Enséñanos a ser
fieles a tu Palabra en toda su extensión.
Queremos ser luz que brille en medio de la oscuridad en la que se debate
el mundo, para que el hombre entienda con el corazón y se convierta a ti.
Un abrazo y bendiciones.
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