miércoles, 18 de abril de 2012

La dicha de dar

Hay más dicha en dar que en recibir.
Hechos 20:35.


Lectura diaria: Hechos 20:25-38. Versículo principal: Hechos 20:35.


REFLEXIÓN


A veces creemos que no tenemos nada para dar y cuán equivocados estamos al respecto. Creo que no existe nadie que no tenga algo para dar. Es que el dar no se refiere exclusivamente a lo material. ¿Cuántas personas necesitan un abrazo? O ¿una palabra de aliento? Muchas veces una sola sonrisa basta para que se levante un espíritu decaído.

Quizá yo misma pensaba antes que el dar era exclusivo de cosas tangibles. Poco a poco el Señor me ha ido enseñando que no necesito repartir dinerales para enriquecer a otros. Desde que salgo a caminar en las mañanas he podido entender este concepto. Un día, me pregunté por qué entre tantos que salen eran tan pocos los que saludaban y resolví (por iniciativa del Señor) empezar a saludar a todo el que pasaba a mi lado. Al comienzo, unos me miraban como bicho raro mientras otros contestaban a medias. Claro, también hubo quienes me respondían incluso con una sonrisa, aunque fueron escasos. El asunto es que con el tiempo ya muchos nos saludamos y de vez en cuando nos paramos para hablar de algo. A todos ellos denominé “mis amigos del camino”: los que corren, los que trotan, los que hacen ejercicio, jóvenes, adultos, adultos mayores, el señor que vende la fruta, el de los tintos, todos ellos se han ido convirtiendo en “mis amigos” a fuerza de encontrármelos día a día. Es tan placentero salir, sentir la fría brisa rozar el rostro, que esa sensación de paz me lleva muchas veces a orar. Cuando empecé a salir le decía al Señor: “esta gente tan hosca e indiferente, cada cual metido en su mundo” y fue Él quien me dijo empieza tú por darles un saludo. No fue fácil; yo pensaba ¿y si no contestan? Y el Señor me decía: “no importa, simplemente saluda”. Otro día sentí la necesidad de orar por todos los que se cruzaban conmigo y así, el hielo se fue rompiendo. Hoy los veo y me siento como en familia. Incluso empecé a llevar conmigo el folleto de “Las cuatro leyes” y he tenido la oportunidad de obsequiarlo. Ya me paran y me dicen: “no te había visto en los últimos días”. Bueno, esto es placentero escucharlo; quiere decir que no paso inadvertida. Definitivamente Dios me ha mostrado que tengo mucho para dar y me ha permitido explotar ese nuevo don. Y cuando damos algo de nosotros, también tenemos grandes satisfacciones.

Es muy cierto: “Hay más dicha en dar que en recibir”. Te invito a que comiences. Un amigo(a), un vecino(a), un compañero(a), un familiar está esperando por ti.


Señor: Gracias porque tu aprovechas cada experiencia para enseñarnos algo nuevo.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: