Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca.Salmo115:3.
Lectura diaria: Salmo 115:1-18. Versículo principal: Salmo 115:3.
REFLEXIÓN
Dios es soberano totalmente. Así como es completamente Santo, Justo y Misericordioso,
su soberanía también lo es. Nos queda
difícil entender esta verdad porque somos de naturaleza pecaminosa y la misma rebeldía innata carnal
nos hace creer que nos mandamos solos y que nada ni nadie puede interferir en
nuestra vida. Y ¿quiénes somos nosotros
para decirle al Alfarero, por qué nos tallas así o asá? Por su misericordia fuimos escogidos, no por
nuestro esfuerzo humano (Romanos 9:16), sino porque así lo dispuso “según el
plan de aquel que hace todas las cosas conforme a su voluntad” (Efesios
1:11). Nos preguntaremos: ¿por qué unos
sí y otros no? “¿No tiene derecho el alfarero hacer del mismo barro unas
vasijas para usos especiales y otras para fines ordinarios?” (Romanos 9:21).
Nuestra vida está en sus manos y Él tiene misericordia de quien quiera tenerla
(Romanos 9:18).
Gracias a Dios estamos en el
grupo de sus escogidos, de sus seleccionados.
Nos escogió de entre los gentiles para llamarnos “su pueblo” y “su amada”. Somos hijos del Dios viviente (Romanos 9:25 y
26). No lo elegimos nosotros a Él, fue
Él quien nos eligió primero (Juan 15:16), y no porque fuéramos buenos o lo
mereciéramos. Nos cautivó con su
misericordia y amor; nos compró con su bendita sangre para vernos justificados
primero y luego sí adoptarnos como hijos suyos.
Teniendo en cuenta lo anterior,
mucho menos nosotros como cristianos podemos darnos el lujo de
cuestionarlo. Cada vez que nos pule nos
duele, pero tenemos que entender que eso hace parte de su soberanía por un lado
y que por el otro quiere vernos completamente tallados a su manera. ¿Qué si entendemos este misterio? Definitivamente no. La mente humana no lo puede captar. Solamente sé y puedo decirles que Dios es el
Dios perfecto y dentro de sus atributos está su plena soberanía. Sé que cada día le doy infinitas gracias por
haberme mirado con compasión y misericordia y haberme puesto dentro de su
redil.
Señor Dios y Rey celestial: ¡Cómo
no darte las gracias por haber fijado tus ojos en mí! ¡Cómo no adorarte y alabarte cada vez que me
tomas nuevamente para limpiarme y dejarme como la vasija que añoras de acuerdo
a tu santa voluntad!
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario