domingo, 25 de octubre de 2009

Defendamos nuestra fe

Es que han salido por el mundo muchos engañadores que no reconocen que Jesucristo ha venido en cuerpo humano. El que así actúa es el engañador y el anticristo.

2ª. Juan 7.

Lectura diaria: 2ª. Juan 1-13. Versículo del día: 2ª. Juan 7.

ENSEÑANZA

En nuestro andar diario no es difícil encontrar personas que desprestigian y derriban las creencias cristianas con argumentos lógicamente tergiversados cuando son sacados de la Biblia, o simplemente calumniosos. Unos por desconocimiento o mejor ignorancia hablan por hablar con el único fin de crear dudas y discordias a su alrededor, como los que desconocen la Palabra de Dios y aseguran que Jesucristo no es Dios sino un hombre que vino al mundo; o hay quienes también desechan al Espíritu Santo como la tercera persona de la Santísima Trinidad, aduciendo que simplemente es una aire, una fuerza que impregna al ser humano pero nada más. Por otro lado están los murmuradores; listos a sacar el dedo acusador para caerle a pastores, sacerdotes y miembros del Evangelio por las faltas y agravios cometidos. Tal pareciese que a todos se nos olvida que somos pecadores y que no por el hecho de poseer una investidura eclesiástica se es perfecto. Con esto no quiero decir que defiendo sus actuaciones; al contrario cada vez que se presentan noticias sobre pastores o sacerdotes inculpados especialmente por inmoralidad sexual o corrupción, siento pena y gran tristeza de ver empañado el cristianismo por actos de esta naturaleza. Sin embargo me pregunto, ¿hasta dónde tenemos el poder de juzgar, señalar y “despotricar” como decimos en Colombia de nuestro prójimo, sea quien sea? Me he encontrado con otras personas que sin tener el más mínimo conocimiento sobre el funcionamiento de iglesias cristianas, empiezan a darle rienda suelta a la lengua criticando lo que se hace o no se hace en ellas. Sobre todos estos puntos es que deseo que pongamos en práctica la segunda carta del apóstol Juan para que aprendamos a defender nuestra fe de los falsos maestros y de quienes incriminan al verdadero cristianismo. Levantémonos con tolerancia y amor pero a la vez con firmeza y valor que demuestren claramente que la Palabra de Dios es única, viva y eficaz; nunca pasará porque permanecerá para siempre, exaltando la obra redentora de Dios a través de su Hijo Jesucristo; y nosotros, como discípulos y fieles tenemos la obligación de cumplir aquí en la tierra el mandato de la gran comisión dejada por el mismo Señor a quienes iniciaron su Iglesia y la cual todavía existe, con el compromiso de cuidarla para presentársela radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable (Efesios 5:25-27).

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: