lunes, 12 de octubre de 2009

Mi Padre el Labrador

“Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía”.

Juan 15: 2.

Lectura diaria: Juan 15:1-17. Versículo del día: Juan 15:2.

ENSEÑANZA

Aun tengo grabado el recuerdo de mi querida tía Magolita con su delantal, sus guantes y tijeras de jardín para darse en la tarea de podar el rosal de mi hogar materno. ¡Con cuánto amor y dedicación lo hacía! De este modo, nunca faltaban las lindas rosas adornando los floreros de la casa o simplemente embelleciendo el entorno del vergel preciado. Siempre he asimilado la vida cristiana con una mata de rosas: hermosa y radiante, pero de cuidado porque tiene espinas que así sean grandes o pequeñas nos van a puyar. Dios nuestro Padre con su magnífico amor, nos vive asistiendo de tal manera que para no dejarnos envejecer y despreocupados a la vera del camino, resuelve ir podándonos de tiempo en tiempo para reverdecer nuevamente y seguir dando el fruto esperado por nuestro Labrador. Quizá creemos que su proceder es cortarnos porque no entendemos la lección; pero no, simplemente quiere hacernos discípulos que den fruto perdurable, discípulos que permanezcan en Él y obedezcan sus mandamientos. Cuando no actuamos como el Padre lo desea, comienza la tala para que nuestra vida se convierta en el Edén floreciente que por doquier esparza su dulce aroma. Exaltemos su nombre y démosle gracias por apreciarnos tanto que no desea vernos marchitos y secos. Dejemos que nuestra vida florezca como las rosas, aunque cada espinita nos conduela y haga sangrar; al final seremos un lindo florero que llamará la atención y despertará la emulación de muchos.

Un abrazo y bendiciones.

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