jueves, 1 de octubre de 2009

La gloria que viene de Dios

¿Cómo va a ser posible que ustedes crean, si unos a otros se rinden la gloria pero no buscan la gloria que viene del Dios único?

Juan 5:44.

Lectura diaria: Juan 5:31-47. Versículo del día: Juan 5:44.

ENSEÑANZA

En diferentes medios, especialmente en la política, con frecuencia se ve que si no se están echando puyas entre las diferentes corrientes, entonces se recurre a la vanagloria y exaltación. El necio no toma en cuenta que la única gloria que vale la pena, es la que proviene de Dios. El Señor Jesús, exhortaba a judíos y sacerdotes de la ley porque ellos eran ciegos para entender la Escritura. La Escritura les mostraba con claridad el testimonio de Jesús, pero su corazón empecinado y duro no les dejaba reconocer a Jesús como el enviado del Padre; pero si sacaban ínfulas dándose golpes de pecho, diezmando hipócritamente y haciendo creer a los demás una santidad falsa, cuando en realidad, interiormente eran los más inmorales e injustos. Desafortunadamente, este es el mismo espejo de los gobernantes latinoamericanos; convencen al pueblo con mentiras y dádivas mientras son las votaciones; y vivas y glorias van de un lado para otro, para después reinar llenos de corrupción e injusticia social. Lo triste, es que no solamente se ve en lo político, sucede también en el medio eclesiástico, el educativo y aún en el deportivo. Tanta adulación envanece el corazón; Proverbios 27:21 dice: “En el crisol se prueba la plata; en el horno se prueba el oro; ante las alabanzas el hombre”. La Biblia enseña que nada de lo que hay en el mundo como los malos deseos, la codicia y la arrogancia, provienen del Padre, solamente el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Entonces, practiquemos el ejemplo perfecto; el enseñado por el Señor Jesucristo, al que no le importó hacerse siervo y humillarse para rescate de la humanidad, haciéndose obediente hasta la muerte, pero quien después recibiría toda gloria, honra y majestad por los siglos de los siglos. Deberíamos entender que si alguien nos enaltece y rinde honra, lo mejor es aceptarla humildemente con la firme convicción que esta nos demandará más responsabilidad y rectitud en nuestra vida diaria. Seguro que de este modo, estamos pasando nuestra gloria al que ha hecho la obra en nosotros y es quien la merece: Al Señor Jesucristo.

Un abrazo y bendiciones.

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