martes, 2 de enero de 2024

Deja que la luz de Jesús resplandezca en tu vida

 

Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. 

Juan 1:9. NVI.


Lectura: Juan 1:1-9.  Versículo del día: Juan 1:9.


MEDITACIÓN DIARIA


Jesús nació en un humilde pesebre y fue engendrado por obra del Espíritu Santo, pero con una misión para cumplir. Él, es esa luz verdadera que alumbra a todo ser humano. Dice la lectura que desde el principio ya estaba el Verbo. Aclaremos: el Verbo, la Palabra, el Logos; todas estas tres palabras significan lo mismo y todas se refieren al Señor Jesucristo. Él era el Verbo y ya existía; y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios (v. 1). “Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir” (v. 3). Recordemos Génesis 1:26 “Luego dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza…”. Ese ‘Hagamos’, bien quiere decir que era completamente la Trinidad (Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo), “Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir”. “En él estaba la vida y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en la oscuridad y la oscuridad no ha podido apagarla” (vs. 4-5 en la lectura).


Tú y yo existimos porque Él lo permitió. Tú y yo tenemos vida porque Él es la luz de la humanidad. Jesús es la luz del mundo: “Una vez más Jesús se dirigió a la gente y dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). El mundo anda en completa oscuridad, pero precisamente Jesús quiere alumbrar en medio de esa oscuridad y esa luz se alumbra en ti, cuando decides entregarle tu vida al que es la Luz. ¿Deseas hacerlo? Te invito a orarle a Jesús así:


Amado Jesús: hoy entiendo que Tú Eres la luz de la vida y yo no quiero vivir más en tinieblas. Ven a mi vida; te invito para que mores en mi corazón. Gracias por permitirme conocerte y saber que vienes a mí a traerme la luz verdadera. Hazme de acuerdo con tu santa voluntad. Gracias porque un día moriste por mí para perdonar mis pecados. Gracias porque me conducirás Contigo hasta la eternidad. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: