Los que siguen a ídolos vanos abandonan el amor de Dios.
Jonás 2:8. NVI.
Lectura: Jonás
2:1-10. Versículo del día: Jonás 2:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Jonás al verse envuelto
en olas que lo empujaban, desde el vientre del pez oró al Señor: “En mi
angustia clamé al Señor, y él me respondió. Desde las entrañas del sepulcro
pedí auxilio, y tú escuchaste mi clamor” (v. 2). En la profundidad del mar
sintió temor: las aguas profundas, las olas y ondas pasaban sobre él y las algas
enredaban su cabeza arrastrándolo; creyó, ya no salir del fondo del mar (vv.
3-6), y cuando estaba sin fuerzas se acordó de su Señor: “Al sentir que se me
iba la vida, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo
templo” (v. 7). Bien lo hizo porque como dice más adelante: los que creen en
ídolos vanos y los siguen no pueden entender el gran amor de Dios.
Una buena meditación nos
da la lectura: no podemos dejar que el peso de las vicisitudes de la vida nos
abrumen. Muchas son las veces que nos dejamos también hundir y tocamos fondo;
miramos hacia la derecha o izquierda y no encontramos solución. Cuando por fin
reconocemos que nuestra vida no nos pertenece y clamamos al Dios Santo y
Poderoso que tenemos, Él como buen Padre amado nos responde. El Señor nos deja
actuar porque para eso nos ha dado el libre albedrío y la decisión final es
nuestra. Pero, ¿Para qué esperar hasta agotar todas las fuerzas? ¿Por qué no
acudir de inmediato al Dios que tenemos dentro? Él nos ha dado una promesa que
cumplirá: “Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a
ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te
abandonaré” (Josué 1:5).
Amado Señor:
gracias porque siempre estás a nuestro lado y muchas veces ni nos percatamos de
ello. Perdona ser tan incrédulos y olvidadizos. Tú queriendo aferrarnos de tu
mano y nosotros desechando tu protección y amor. Hoy no tenemos más que
agradecerte por ser tan benévolo. Gracias por tanto amor que nos ofreces sin
merecerlo. No nos dejes olvidar de dónde nos has sacado. ¡Te amamos buen Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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