Así lo dice Dios en el libro de Oseas: Llamaré ‘mi pueblo’ a los que no son mi pueblo; y llamaré ‘mi amada’ a la que no es mi amada.
Romanos 9:25. NVI.
Lectura: Romanos 9:22-29. Versículo del día: Romanos 9:25.
MEDITACIÓN DIARIA
Y así ha sucedido. Ahora
su Iglesia se convirtió en su pueblo y en su amada. Sí, somos pueblo adquirido
por Dios; nación santa, linaje escogido. Esa es su Iglesia o sea el conjunto de
personas que se congregan en determinado sitio. No es en sí una edificación; es
cada uno de sus miembros que son los que han aceptado a Jesús como Salvador de
sus vidas. Me incluyo dentro de ellos. Por eso somos su pueblo y su amada.
Quizá no alcancemos a
vislumbrar lo que significamos para el Señor porque estamos acostumbrados a
mirar más abajo, pero ante Él somos grande; somos su pueblo único, nación santa
y por esto mismo los encargados de anunciar sus obras maravillosas del que nos
sacó de las tinieblas a la luz. No éramos su pueblo, pero ahora lo somos; hemos
recibido misericordia también tal como dice 1 Pedro 2:9-10. Es maravilloso
sentirnos amados. Su Iglesia es su amada y Él vuelve por ella para llevarla a
las Bodas del Cordero. ¡Ven pronto por tu amada Señor Jesús!
Amado Señor:
gracias por tenernos en cuenta y saber que somos Tuyos para siempre. Gracias porque
somos la niña de tus ojos, tu amada novia que espera por Ti. Gracias por
hacernos partícipes de ese reino celestial donde Tú moras por toda la eternidad
y a donde iremos cuando nos llames a tu Presencia o cuando nos reunamos Contigo
en el cielo. Gracias, muchas gracias bendito Jesús. ¡Te amamos!
Un abrazo y bendiciones.
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