sábado, 5 de septiembre de 2020

Sin dejar crecer las raíces de amargura

Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos.  

Hebreos 12:15. NVI.


Lectura: Hebreos 12:14-29.  Versículo del día: Hebreos 12:15.


MEDITACIÓN DIARIA


Definitivamente, tenemos que ser cuidadosos con nuestro testimonio porque, así como podemos levantar, podemos igual derrumbar. A veces sucede que dejamos crecer alguna raíz amarga y sin darnos cuenta esto hace daño no solamente a quien la está padeciendo sino a los que están a nuestro alrededor. Pienso que hay dos cosas claves en la vida cristiana: dar amor y perdonar. El perdonar implica amar. Si hay algo contra una persona, lo mejor es en oración acercarse a ella, hablar tranquilamente y arreglar el problema. Cuando se dejan pasar estas situaciones y si la persona es rencorosa, se van enraizando como en el árbol, hasta formar una red frondosa que a diario transporta en vez de agua, más rencor y resentimiento.

La raíz de amargura produce un espíritu implacable y actitudes negativas. Dios quiere ver que convivamos en amor, alegría, paz y santidad, pero no que vivamos en amargura porque bien sabe todo lo que esto conlleva. Si tenemos algo contra algún hermano de la Iglesia o incluso de afuera, nuestro deber es acercarnos y arreglar el problema. Si no lo hacemos esto va a interrumpir nuestra relación con Dios. “Adoremos a Dios como a Él le agrada, con temor reverente” (v. 28); no permitamos que la raíz de amargura crezca y nos haga daño. Si este es tu caso, te invito a orar asi:


Amado Jesús: me presento ante Ti para dejar esta carga que tengo contra tal persona. Señor, no puedo olvidar su ofensa y por ende perdonarle, pero Tú que sí sabes hacerlo, permite que de mi corazón brote tanto el perdonar como el pedir perdón y entregar amor. Quiero agradarte a Ti buen Dios. Gracias por enseñarme a amar al igual que lo haces Tú.


Un abrazo y bendiciones.

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