jueves, 24 de septiembre de 2020

Sabiduría que sólo proviene de Dios

Por lo que a mí toca, este misterio me ha sido revelado, no porque yo sea más sabio que el resto de la humanidad, sino para que Su Majestad llegue a conocer su interpretación y entienda lo que pasaba por su mente. 

Daniel 2:30. NVI.


Lectura: Daniel 2:24-49.  Versículo del día: Daniel 2:30.


MEDITACIÓN DIARIA


Me llamó mucho la atención este versículo porque demuestra un Daniel que aparte de ser sabio es prudente, nada egoísta y humilde. Bien reconoce que no es más sabio que el resto, sino que desea darle a conocer al rey Nabucodonosor la interpretación de su sueño. Observemos que Daniel, no busca solamente su propio bien; también pensó en los otros sabios, pues el rey había mandado ejecutarlos a todos por no saber su sueño ni la interpretación (v. 24). ¿Y cómo lo hizo? Bien le aclara Daniel desde el comienzo al rey lo siguiente: “No hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino, que pueda explicarle a Su Majestad el misterio que le preocupa. Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios. Ese Dios le ha mostrado a usted lo que tendrá lugar en los días venideros” (vv. 27-28). Por algo también nos dice la Palabra: “Porque los que se creen más importantes que los demás serán tratados como los menos importantes. Y los que se comportan como los menos importantes serán tratados como los más importantes” (Mateo 23:12 Traducción Lenguaje Actual TLA). Lo transcribí en esta versión porque está más explicativo y se puede entender mejor.

Me gusta eso de Daniel. Él perfectamente conocía sus dotes, pero sabía de dónde provenían y no por esto, se creía más importante. La gloria de la daba al Dios del cielo, su Dios que nunca falla. ¡Qué bueno sería que imitáramos en esto a Daniel! Creo que con frecuencia se nos olvida ¿quiénes somos y por qué estamos en determinadas posiciones? El ser humano está acostumbrado a que lo alaben y a sacar pecho ante los elogios, sin entender o reconocer que por encima de él está Dios quien es el que reparte dones y virtudes a su antojo.


Amado Señor: gracias por tu Palabra y las enseñanzas que a diario nos dejas para que las pongamos en práctica y así concebir que Eres Tú el Dueño absoluto de nuestras vidas. En verdad Señor, Eres el Único capaz de llenarnos de sabiduría, discernimiento y poder a través de tu Santo Espíritu dejado, cuando partiste al lado del Padre, para bien de los que te conocemos y seguimos. ¡Gracias, muchas gracias! ¡Alabamos tu Nombre y damos gloria a Ti!


Un abrazo y bendiciones.

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