sábado, 12 de septiembre de 2020

¡Hagámoslo!

 

Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre. 

Hebreos 13:15. NVI.


Lectura: Hebreos 13:7-16. Versículo del día: Hebreos 13:15.


MEDITACIÓN DIARIA


Dios no nos pide sacrificios como para ganarnos su favor o porque estos sean para conseguir la vida eterna; nunca. La Biblia nos enseña que solamente hubo necesidad de un sacrificio: el sacrificio de Cristo ofrecido una vez y para siempre (Hebreos 10:10). Ya los sacrificios de machos cabríos no importan. Hoy, hay uno que de verdad llama la atención de nuestro Dios y que a Él le gustaría que lo practicáramos: el sacrificio de alabanza. Este sacrificio requiere toda nuestra voluntad y creo que el trabajo es empezar a hacerlo. Es que no necesitamos alejarnos a un lugar silencioso, bien lo podemos realizar mientras estamos en la casa haciendo oficio. Podemos cantarle, bailarle, exclamarle y adorarle. La verdad, no sé por qué no lo hacemos si es tan fácil y de tanto beneficio. Dios tiene una manera exclusiva de contestarnos y creo que esta es la especial. Podemos dejar que se desborde nuestra alegría y simplemente lanzarnos a sus brazos. ¿Quién más merece todo loor y adulación total si no es nuestro buen Dios? Dejemos las excusas y timidez a un lado y volquémonos a elogiarlo por ser el Dios que es.

No importa el lugar; importa la actitud de tu corazón para empezar sin titubeos. Hazlo cada vez que te acuerdes: caminando, manejando, cortando el césped; en la ducha, en la cocina, en el patio donde lo creas conveniente, pero te sugiero que lo hagas como un modo de vida que te cambiará totalmente. Mejor dicho, no solamente tú. ¡Hagámoslo!


Amado Señor: sí; tal vez todavía no nos hemos percatado del valor que tiene para Ti, el sacrificio de alabanza. Permite que de nuestros labios broten palabras que reconozcan tu Nombre. Desborda nuestros corazones de tal manera que contagiemos a los que tenemos alrededor. Solamente Tú mereces toda nuestra adoración y hoy, toda honra, gloria, honor y alabanza son exclusivamente Tuyos. ¡Te adoramos Señor!


Un abrazo y bendiciones.

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