Así dice el Señor omnipotente: Yo estoy en contra de mis pastores. Les pediré cuentas de mi rebaño; les quitaré la responsabilidad de apacentar a mis ovejas, y no se apacentarán más a sí mismos. Arrebataré de sus fauces a mis ovejas, para que no les sirvan de alimento.
Ezequiel 34:10. NVI.
Lectura: Ezequiel
34:1-16. Versículo del día: Ezequiel 34:10.
MEDITACIÓN DIARIA
¡Qué dura esta Palabra
del Señor para los pastores! Infortunadamente en la actualidad se ven
muchísimas iglesias donde prima es el deseo de enriquecerse los pastores a
costa de los buenos corazones de sus feligreses. Por estar pensando en lo
material, no se dan cuenta cómo se encuentran sus ovejas: “Mis ovejas andan
descarriadas por montes y colinas, dispersas por toda la tierra, sin que nadie
se preocupe por buscarlas” (v. 6). Pero como Dios no se queda con nada guardado,
les pedirá cuentas y les quitará la responsabilidad de cuidarlas, al punto que
quedarán sin su propio alimento. “Ustedes se beben la leche, se visten con la
lana, y matan las ovejas más gordas, pero no cuidan del rebaño. No fortalecen a
la oveja débil, no cuidan de la enferma, ni curan a la herida; no van por la
descarriada ni buscan a la perdida. Al contrario, tratan al rebaño con crueldad
y violencia” (vv. 3-4), y por esto: “Yo mismo apacentaré mi rebaño, y lo
llevaré a descansar. Lo afirma el Señor omnipotente. Buscaré a las ovejas
perdidas, recogeré a las extraviadas, vendaré a las heridas y fortaleceré a las
débiles, pero exterminaré a las ovejas gordas y robustas. Yo las pastorearé con
justicia” (vv. 15-16).
Gracias a Dios llegó el
Pastor verdadero y tenemos al Pastor mayor entre nosotros; “como cordero, fue
llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera
abrió su boca” (Isaías 53:7). A este, nuestro buen Pastor no le importó que lo
tratasen como tal, sino que se rebajó y se humilló para poder estar a la altura
de sus ovejas y poder salir después como el restaurador de su propio rebaño. Jesús
dijo: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Tenemos
entonces, quien nos cuida, protege y sana las heridas, porque si fue capaz de
dar su vida por cada una de ellas con mayor razón hará lo que sea para que sus
ovejas estén bien. El Señor Jesús es el Gran Pastor. Ahora nosotros escuchamos
su voz y le seguimos.
Señor Jesús:
gracias porque si el pastor de cada Congregación, no les ha puesto atención a
sus ovejas, viniste Tú en rescate de cada una que estaba perdida, maltratada y
herida. Enséñanos buen Pastor a seguirte y no separarnos del rebaño; a compartir
con la manada los buenos pastos que nos has preparado y a descansar cerca a
aguas de reposo. ¡Te amamos buen Pastor!
Un abrazo y bendiciones.
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