Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre.
Hechos 20:28. NVI.
Lectura: Hechos 20:1-38. Versículo del día: Hechos 20:28.
MEDITACIÓN DIARIA
Pablo hace un recorrido
por Macedonia, Grecia y Troas, prácticamente despidiéndose de sus discípulos.
Después desde Mileto llama a los ancianos de la iglesia en Éfeso y dentro de su
despedida los exhorta a continuar con la obra del Señor. “Ustedes saben que no
he vacilado en predicarles todo lo que les fuera de provecho, sino que les he
enseñado públicamente y en las casas. A judíos y a griegos les he instado a
convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús” (vv. 20-21). Su obra por
predicar el mensaje que el Señor le encomendó es lo que más valora, así lo
esperen aflicciones y sufrimientos como se lo ha dado a conocer el Espíritu
Santo. Su vida es lo de menos, dice, con tal de terminar la carrera impuesta,
dando testimonio del evangelio de la gracia de Dios (22-24). También les advierte:
“Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que
procurarán acabar con el rebaño” (v. 29). Hay algo especial de Pablo para tener
en cuenta: nunca pidió para él nada; al revés trabajó duro para ayudar a los
necesitados asumiendo las palabras del Señor Jesús: ‘hay más dicha en dar que
en recibir’ (vv. 33-35). Su despedida fue muy emotiva; junto con Pablo todos
oraron y lloraron al saber que no volverían a verlo (vv. 36-38).
Un gran ejemplo y legado
el que nos deja Pablo. Creo que además de esto, es un gran desafío a continuar
su ministerio. Nosotros somos, si se puede decir, la continuación de la iglesia
de Éfeso, Filipos o Tesalónica. Nuestro abuelo espiritual ha sido Pablo y la herencia
que tenemos es la mejor: proclamar el Evangelio. Somos portadores de buenas
noticias. En nuestras manos está aceptar esta herencia o rechazarla.
Amado Señor Jesús:
muy claro nos has hablado a través de tu apóstol Pablo. Permite Señor que ahora
nosotros sigamos su ejemplo y nos entreguemos completamente al servicio
delegado por Ti, que es el de dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.
Danos ese mismo denuedo para compartirlo sea a tiempo o a destiempo. No
permitas que el mundo nos aparte; al contrario, que también practiquemos el dar
abundantemente de lo mismo que Tú nos has dado. Oh Señor! Mueve nuestros
corazones a ser sensibles a las necesidades tanto espirituales como materiales
de los que nos rodean. ¡Gracias te damos bendito Jesús!
Un abrazo y bendiciones.
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