viernes, 25 de septiembre de 2020

Sigamos con el legado de Pablo

 

Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. 

Hechos 20:28. NVI.


Lectura: Hechos 20:1-38.  Versículo del día: Hechos 20:28.


MEDITACIÓN DIARIA


Pablo hace un recorrido por Macedonia, Grecia y Troas, prácticamente despidiéndose de sus discípulos. Después desde Mileto llama a los ancianos de la iglesia en Éfeso y dentro de su despedida los exhorta a continuar con la obra del Señor. “Ustedes saben que no he vacilado en predicarles todo lo que les fuera de provecho, sino que les he enseñado públicamente y en las casas. A judíos y a griegos les he instado a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús” (vv. 20-21). Su obra por predicar el mensaje que el Señor le encomendó es lo que más valora, así lo esperen aflicciones y sufrimientos como se lo ha dado a conocer el Espíritu Santo. Su vida es lo de menos, dice, con tal de terminar la carrera impuesta, dando testimonio del evangelio de la gracia de Dios (22-24). También les advierte: “Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño” (v. 29). Hay algo especial de Pablo para tener en cuenta: nunca pidió para él nada; al revés trabajó duro para ayudar a los necesitados asumiendo las palabras del Señor Jesús: ‘hay más dicha en dar que en recibir’ (vv. 33-35). Su despedida fue muy emotiva; junto con Pablo todos oraron y lloraron al saber que no volverían a verlo (vv. 36-38).

Un gran ejemplo y legado el que nos deja Pablo. Creo que además de esto, es un gran desafío a continuar su ministerio. Nosotros somos, si se puede decir, la continuación de la iglesia de Éfeso, Filipos o Tesalónica. Nuestro abuelo espiritual ha sido Pablo y la herencia que tenemos es la mejor: proclamar el Evangelio. Somos portadores de buenas noticias. En nuestras manos está aceptar esta herencia o rechazarla.


Amado Señor Jesús: muy claro nos has hablado a través de tu apóstol Pablo. Permite Señor que ahora nosotros sigamos su ejemplo y nos entreguemos completamente al servicio delegado por Ti, que es el de dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios. Danos ese mismo denuedo para compartirlo sea a tiempo o a destiempo. No permitas que el mundo nos aparte; al contrario, que también practiquemos el dar abundantemente de lo mismo que Tú nos has dado. Oh Señor! Mueve nuestros corazones a ser sensibles a las necesidades tanto espirituales como materiales de los que nos rodean. ¡Gracias te damos bendito Jesús!  


Un abrazo y bendiciones.

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