—No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!
Hechos 2:6. NVI.
Lectura: Hechos
2:1-10. Versículo del día: Hechos 2:6.
MEDITACIÓN DIARIA
No puedo leer este pasaje
de la Biblia sin recordar a mi sobrino Andresito. Quizá ya muchos han leído este
testimonio, pero las personas nuevas no. Javier Andrés, tenía 25 años cuando le
detectaron un cáncer de estómago. Cuando llegó a Bogotá procedente de Pereira
donde residía, lo primero que me dijo fue: ‘solo te pido un favor, nunca me vayas
a hablar de Dios, porque tú sabes que soy ateo’. -Bueno, tranquilo; no te
preocupes por eso- respondí. Cuando le empezaron los dolores, antes de
diagnosticar el cáncer, mi esposo decía que había cogido una bacteria en su
expedición por el Amazonas (era biólogo investigador). El caso es que además de
muchas otras personas, todos en casa orábamos por él; incluso nos reuníamos en
su apartamento familiares y amigos, donde él no participaba, se apartaba hacia
otro lado. Después de detectarle el cáncer en mayo de 2002, le dieron seis
meses de vida y prácticamente así ocurrió. Nosotros estábamos pasando una
situación económica bastante difícil, cuando finalizando octubre muy temprano,
mi sobrina llamó para decirme: ‘tía, Andrés tiene hoy cita con su oncólogo y solamente
quiere que seas tú quien lo acompañe’. -Claro respondí; me arreglo enseguida y
pasa por mí-. Les dije a mis hijos, no tengo nada que darle, pero tengo para ofrecerle
al Señor Jesús. Tan pronto me subí al carro, Andresito me dijo: ‘tía, háblame
de Dios’. Creo que nadie se imagina lo que sentí en ese momento; quería bajarme
y gritarle a todos lo que estaba sucediendo; no sabía si llorar o reír. Tal vez,
ha sido uno de los momentos más impactantes de mi vida cristiana. Le compartí
del Señor y oramos juntos. A los veinte días partió con mi amado Jesús. No tuve
oro ni plata para darle, pero le di mi tesoro más preciado: Jesús de Nazaret.
El tiempo del Señor es perfecto y su obra completa.
Mi amado Señor:
sólo Tú sabes mover las fichas de acuerdo a tu santa voluntad. Gracias por
tanto amor incondicional que a diario nos ofreces. Gracias porque el tiempo
para Ti no existe y tu misericordia y compasión por el hombre caído no tiene
límites. Gracias, gracias buen Señor. ¡Toda la honra y gloria son para Ti! ¡Te
adoramos bendito Dios!
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario