Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido.
2 Timoteo 1:5. NVI.
Lectura: 2 Timoteo
1:1-7. Versículo del día: 1 Timoteo 1:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Tal parece por esta Carta
de Pablo a Timoteo que las primeras en llegar a los pies del Señor fueron su
abuela y su mamá. Y es que las oraciones de estas mujeres tuvieron eco en el
corazón del Señor, para que de igual manera su hijo y nieto Timoteo se
convirtiera. Definitivamente el Señor no se queda con nada guardado y sus
promesas se cumplen: “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán
salvos—le contestaron” (Hechos 16:31).
Quizá ni sabemos quién o
quiénes oraron por nuestra conversión. Se han dado casos en que por ejemplo
llegan a la iglesia por un amigo que los invitó y después se sabe que su abuela
o tía siempre había estado clamándole al Señor por esa vida. Situaciones
parecidas hay muchas; por eso mismo es nuestro deber orar por ellos, aunque no
lo sepamos, el Señor sí lo sabe. De ahí que sea tan importante tener presente a
los que no creen; no importa que no seamos los que abonemos la semilla, pero sí,
los que empezamos a regarla. Seamos agradecidos, de todas maneras, sí conocemos
a la persona que nos llevó a sus pies, entonces oremos por ella también dándole
gracias al Señor por su vida y su familia. Y no dejemos por fuera la labor que
nos corresponde; empecemos por los que están más cerca nuestro. La intercesión tiene
poder.
Amado Señor: hoy
ponemos delante de Ti a nuestro hijo(a) que ha sido reacio para escuchar tu
mensaje. Igualmente oramos por familiares y amigos que no desean saber que Eres
el Salvador de sus vidas. Confiamos en Tu Palabra Señor y te damos gracias por
cualquiera sea la manera de cómo vas a permitir que ellos lleguen a tus pies.
Gracias bendito Señor y gracias por los que oraron por nuestra conversión y los
que nos dirigieron hacia Ti.
Un abrazo y bendiciones.
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