martes, 9 de octubre de 2018

Señor Jesús: Tú que amas los niños cuida de ellos por favor


Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que solo piensa en recorrer tus sendas. 
Salmo 84:5.

Lectura: Salmo 84:1-12.  Versículo del día: Salmo 84:5.

MEDITACIÓN DIARIA

Bueno, personalmente he pasado por situaciones bien difíciles y creo que las he podido resistir con la fortaleza que el Señor me ha ofrecido. En las noticias de mi país, vi la noticia sobre una nenita de dos años violada en su guardería y la sangre se me subió a la cabeza porque es escalofriante; inmediatamente vienen a la memoria los de uno, y eso me hizo reflexionar y pensar si yo sería capaz de perdonar un hecho así. Aquí dice el Salmista que es dichoso el que tiene la fortaleza del Señor. Que es tan grande esa fortaleza en Él, que convertiría el valle de lágrimas en región de manantiales y que aún las lluvias tempranas cubrirían el valle de bendiciones (v. 6). La verdad, no sé si en un caso de esos yo podría convertir ese dolor en manantial de agua, o si más bien sale a relucir la naturaleza pecaminosa que todos llevamos. No dudo para nada del amor del Señor y de su misericordia, pero creo que a una madre le costaría bastante perdonar un hecho de esta naturaleza.
Por ahora seguiré poniendo en los brazos del Señor a los míos pidiendo que su preciosa sangre los cubra y que sus ángeles los guarde. Además, oraré por esa madre y familia victimas de semejante crueldad e igualmente, aunque pocas ganas me den, oraré por el infractor para que un día voltee los ojos al Señor, se arrepienta y se regenere.

Amado Señor: Sé que en la cruz del Calvario te llevaste todos los pecados del mundo y que, aunque no lo entendamos dentro de nuestra capacidad humana, Tú estás dispuesto a perdonar a quien sea que voltee los ojos hacia Ti. Te pido que llenes a la familia de esa pequeña con tu amor y los envuelvas de fortaleza en estos momentos de ira y de dolor. Señor Jesús, Tú que amas los niños, te ruego que los cuides y rodees con tus brazos, cubriéndolos de las acechanzas del maligno. Gracias bendito Jesús por escuchar mi oración. ¡Te alabo y te bendigo!

Un abrazo y bendiciones.

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