Recompensa de la humildad y del temor del Señor son las riquezas, la honra y la vida.
Proverbios 22:4. NVI.
Lectura: Proverbios 22:1-16. Versículo del día: Proverbios 22:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Creo que la persona humilde es la que sabe que
necesita ayuda. La que entiende que todo lo suyo depende del amor y gracia del
Señor. En Él está puesta su confianza y aunque lleguen fuertes vientos y la
marea suba, sabe a ciencia cierta en quien ha creído. Lo difícil de todo esto
no es solamente saberlo en la mente, sino tenerlo en el corazón; practicarlo. Y
podría decir al respecto, que Dios es experto en contestarnos en el último
minuto. Tal vez lo hace para medir nuestra capacidad de fe. Sin embargo, llega
el momento en que tocamos fondo y volvemos a clamar: Señor: si Tú no lo haces,
¡quién más puede hacerlo! Señor: para el mundo esto no es posible, pero para
Ti, ¡sí lo es! Cuando ya nos humillamos y hasta lloramos a sus pies, es que el
Señor se manifiesta. Puede ser en el área de las finanzas, en el área
espiritual, emocional o en el área física donde estés abrumado y con deseos de
tirar la toalla, pero Jesús, aunque te conoce muy bien desea que se lo digas;
que lo reconozcas como el Todopoderoso que es. ¡Hazlo! No te arrepentirás. Bien
dice el versículo del día: que las riquezas, honra y vida son recompensa a la
persona humilde; a la que ama al Señor, le busca con ansiedad y aspira hacer su
voluntad. Aprendamos que el Señor quiere nuestra humildad: “Los sacrificios que
tú quieres son el espíritu quebrantado; tú, Dios mío, no desprecias al corazón
contrito y humillado” (Salmo 51:17 RVC).
Amado Señor: te rogamos nos permitas reconocer que sin
Ti no podemos logar lo más mínimo. Dependemos de tu gracia y amor para poder continuar
por la senda que nos tienes trazada. Enséñanos bendito Dios a confiar en tu
poder, sabiendo que tu fidelidad jamás se agota. ¡Te alabamos buen Dios y
Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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