martes, 30 de octubre de 2018

Que se cumpla en ti este Salmo


Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. 
Salmo 91:14. NVI.

Lectura: Salmo 91:1-16.  Versículo del día: Salmo 91:14.

MEDITACIÓN DIARIA

Definitivamente los Salmos son un dulce refrigerio para la vida del cristiano. Este es abrumadoramente protector. No nos digamos mentiras, el Señor desea que confiemos así, plenamente en Él y nos ofrece todo su amor y ternura. Dice: Él te libra de las trampas del cazador y de enfermedades mortales; está listo a darte refugio debajo de sus alas; no hay que temerle a la noche, ni a flechas lanzadas en el día; no temerás a pestes ni a plagas, como tampoco a combates donde caerán miles. Lo que tienes que hacer es abrigarte bajo la sobra protectora del Todopoderoso. Tenerlo como el mejor refugio, la fortaleza plena y el Dios que no falla. Seguro que, si lo pones a Él por refugio, ninguna calamidad llegará a tu hogar. Es más: mandará a sus ángeles que te cuiden en todos tus caminos, y que te levanten con sus propias manos si es necesario. Pisotearas animales salvajes y aplastarás serpientes bajo tus pies (vv. 9-13). ¿Lo crees? Si Dios lo dice, así es.
Tanto amor que solo demanda de ti una cosa:  habitar al abrigo del Altísimo y acogerte bajo su sombra protectora (v.1). “El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío” (vv. 1-2). Entonces, ya deja de creer en mitos, en engaños sutiles del maligno. No sigas confiando por favor en el horóscopo ni en lo qué dirán las cartas. Inclusive deja de tener tu Biblia como amuleto abierta en este Salmo. Más bien ábrele el corazón a Jesús y cree lo que te está diciendo en su Palabra. Si te acoges a Él, ten la certeza de que velará por ti. Oremos:

Padre amado: Vengo rendido(a) a tus brazos para que seas Tú mi protección, fortaleza y escudo. Gracias porque sé que Eres lo suficientemente Poderoso para librarme de las acechanzas del enemigo. Gracias porque tu Hijo amado ya lo derrotó en la Cruz y ahora que soy libre, solo me queda apoderarme de tu Palabra y confiar plenamente en Ti. ¡Te alabo bendito Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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