martes, 2 de octubre de 2018

La sabiduría que Dios ofrece

Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios” 
Proverbios 2:6. NVI.

Lectura: Proverbios 2:1-22.  Versículo del día: Proverbios 2:6.

MEDITACIÓN DIARIA

Sí; el Señor da la sabiduría y si no la tenemos podemos pedirla: “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie” (Santiago 1:5). Todos podemos gozar de ese don divino; es un don porque es un regalo más que el Señor quiere darnos. Cundo Dios nos declara justos por la obra inmerecida a la humanidad por Cristo el Señor, podemos acercarnos al trono de la gracia y pedirle lo que necesitamos. “Él cuida el sendero de los justos y protege el camino de sus fieles. Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la equidad y todo buen camino; la sabiduría vendrá a tu corazón, y el conocimiento te endulzará la vida” (vv. 8-10 en la lectura). Entonces, llegamos a comprender lo que es la verdadera justicia y el derecho, entendemos el porqué del Señor al darla a los que quizá son menospreciados. Dios mira el corazón de las personas y cuando este le agrada, Dios se encarga de derramar todo su potencial en él.
La sabiduría del mundo, dice Pablo, es locura; por eso Dios “tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen”; “pero para los que Dios ha llamado, lo mismo judíos que gentiles, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios” (1 Corintios 1: 22 y 24). Así que de ahora en adelante no puedes creerte el cuento del enemigo diciéndote: ‘no eres digno’, no eres apto’, no puedes,’ porque así no tengas los títulos que exige el mundo, tienes al más Grande de los Sabios, al que es la Sabiduría perfecta: Cristo Jesús. Dios te puede hacer más sabio que alguno de ellos. “Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es” (1 Corintios 1:27-28).

Amado Dios: Gracias por el enorme privilegio de ser un hijo tuyo por la obra redentora de Jesús en la cruz. Gracias porque juntamente con el regalo de la salvación, me ofreces la sabiduría divina para aplicarla en mi vida cotidiana y glorificar tu Nombre. ¡En verdad, Eres el Más Grande, Poderoso y Sabio! ¡Te amo buen Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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