Pero las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.
Marcos 4:8. NVI.
Lectura: Marcos 4:1-20. Versículo del día: Marcos 4:8.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor Jesús le enseña en narraciones a la multitud
reunida para que logren entender y les relata la parábola del Sembrador. Les
dice lo siguiente: “Un sembrador salió a sembrar. Sucedió que al esparcir él la
semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la
comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla
brotó pronto porque la tierra no era profunda; pero, cuando salió el sol, las
plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Otra parte de la
semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron, de modo que no dio
fruto” (vv. 3-7). Como poco entendían Jesús les explica (vv. 14-20).
Solamente piensa y reflexiona: ¿en qué terreno fue
sembrada tu semilla del Evangelio de Jesús? ¿Junto al camino, donde Satanás los
confunde? ¿En terreno pedregoso sin tierra que la abonara? ¿Entre espinos que
la ahogaron y no pudo dar fruto? ¿O tu semilla cayó en buena tierra y empezó a
dar abundante cosecha? Si todavía consideras que es poco o nulo el fruto de lo
sembrado en ti, deja que sea el mismo Espíritu Santo convenciéndote y
permitiendo que tu vida sea un terreno fértil en donde no solamente puedas
sentarte a reposar, sino que también desde allí, logres ver el fruto apacible
de la obra del Señor en tu vida, de tal manera que seas testimonio para muchos.
Amado Señor Jesús: En este momento pongo a tus pies mi
vida para que me muestres si he hecho de tu Palabra el agua que riega esa
tierra mía, de manera tal que pueda ser testimonio real y vivo para los que me
conocen y para los que necesitan que yo refleje tu amor, hasta encontrar ellos
el camino verdadero. ¡Gracias bendito Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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