Cuando comas de ellas y te sacies, cuídate de no olvidarte del Señor, que te sacó de Egipto, la tierra donde viviste en esclavitud.
Deuteronomio 6:11d-12. NVI.
Lectura: Deuteronomio 6:1-25. Versículos del día: Deuteronomio 6:11d-12.
MEDITACIÓN DIARIA
Después de salir de la esclavitud, Dios manda a los
suyos a no olvidar lo hecho por el Señor a favor de ellos. Y para que esto se
dé, hay que vivir recordando sus hazañas y milagros por siempre y enseñárselas
a las generaciones venideras: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con
toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que
hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando
estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te
levantes” (vv. 5-7). Todos podemos decir que hemos vivido atrapados en
desiertos áridos y sofocantes; o hemos también sido esclavos del pecado, aunque
no lo admitamos o queramos olvidarlo: “pues todos han pecado y están privados
de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). La verdad es que mientras no conocemos a
Jesús como nuestro Señor y Salvador no podemos sentirnos libres. La verdadera
libertad está en Él (Juan 8:32).
Si ahora ya lo conocemos y hemos experimentado su amor,
su gozo, su paz, su perdón y su misericordia, ya estamos entonces en la tierra
prometida. Menos podemos olvidarnos. La Escritura también nos lo recuerda:
“Pero ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios” (Deuteronomio 8:11). Ni de
volverte orgulloso porque ya te encuentras en otra situación. “No se te ocurra
pensar que esa riqueza es fruto de tu poder y de las fuerzas de tu mano”
(Deuteronomio 8:17). Entiende que ha sido el Señor quien te ha dirigido y
llevado a ser lo que ahora eres. No olvidar sus maravillas es ser agradecido.
Gracias bendito Señor por habernos permitido conocerte
y entender que sin Ti no somos nada y que todo lo que tenemos ha sido por tu
inmensa bondad y amor. Enséñanos a ser dóciles a tu Palabra y a no olvidar
nunca de donde nos sacaste. ¡Te alabamos y bendecimos por siempre buen Dios!
Un abrazo y bendiciones.
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