Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos.
Deuteronomio 7:9. NVI.
Lectura: Deuteronomio 7:1-26. Versículo del día: Deuteronomio 7:9.
MEDITACIÓN DIARIA
¡Qué hermoso es no solamente reconocer sino tener la
certeza de que nuestro Señor es el Dios verdadero! ¡El Dios fiel y amante que nos
sostiene por siempre! Y además de eso saber que de lo mismo gozarán los que
vienen detrás nuestro. Su fidelidad es grande y su amor inagotable. ¡Gracias
por tantos favores recibidos buen Dios!
Todo este cúmulo de bendición está disponible tanto
para ti como para mí; solamente hay que aceptar su amor. La Biblia dice lo
siguiente: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para
que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan
3:16). Ese amor de Dios estuvo derramado en su Hijo Jesucristo. Jesús vino al
mundo para cumplir la sublime misión de rescatarnos del pecado y del infierno.
Por eso dio su vida en un madero por ti; por eso Dios lo levantó de entre los
muertos para que también puedas entonces gozar de una vida eterna a su lado. No
dejes pasar más tiempo para invitarle a que entre a tu vida. Él está tocando a
la puerta de tu corazón; de ti depende si le dejas seguir o le cierras la
puerta. Yo lo hice unos buenos años atrás y jamás me he arrepentido. Cada día
me enseña nuevas cosas; cada día es vivir con Él una experiencia maravillosa.
Me ha llevado por desiertos áridos, pero también por aguas tranquilas y valles
verdes para descansar. Hazlo tú; mañana puede ser ya tarde. El Señor se
convertirá en tu Dios y estará pendiente no solamente de lo tuyo ahora, sino
que va más lejos: tus generaciones estarán en sus manos igualmente. Si deseas
podemos orar así:
Amado Dios: hoy entiendo tu profundo amor y
preocupación por mí y por tanto le abro la puerta de mi corazón a tu Hijo Jesús
y lo acepto como mi Señor y Salvador. Reconozco que soy pecador pero que
precisamente Tú Jesús viniste a pagar por mis pecados y a darme una nueva vida
Contigo. Gracias por perdonarme y limpiarme. Ahora soy merecedor de todas
aquellas bondades que tienes para ofrecerme, solo porque Tú lo dispusiste así.
¡Alabo y bendigo tu Nombre! Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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