jueves, 20 de septiembre de 2018

Cambiar la altivez por humildad


No sean altaneros, digo a los altivos; No sean soberbios, ordeno a los impíos; No hagan gala de soberbia contra el cielo, ni hablen con aires de suficiencia. 
Salmo 75:4-5. NVI.

Lectura: Salmo 75:1-10.  Versículos del día: Salmo 75:4-5.

MEDITACIÓN DIARIA

Dios siempre hace un llamado para que se deja la altivez y la soberbia: “La exaltación no viene del oriente, ni del occidente ni del sur, sino que es Dios el que juzga: a unos humilla y a otros exalta” (vv. 6-7); “Aniquilaré la altivez de todos los impíos, y exaltaré el poder de los justos” (v. 10). La altivez se demuestra con actos de orgullo, soberbia, arrogancia y vanidad inclusive. ¿Cuántas cosas no hacemos o dejamos de hacer por simple orgullo? Lo triste es que nuestra sociedad colombiana, especialmente la bogotana tiene muy metido el orgullo en su chip y hasta se ufanan de ello, sin darse cuenta que el orgullo es el pecado que Dios más detesta. La altivez y el orgullo matan. Dios resiste a los soberbios (Santiago 4:6). Recordemos que fue por su orgullo y altivez que Lucifer cayó (Isaías 14:12-14). La altivez encierra pecado de rebelión.
Siendo como es la altivez desechémosla de nuestro corazón. Busquemos la virtud que la combata en todas sus manifestaciones. Para ese mal, Dios nos ha provisto del mejor antídoto: la humildad porque aquel que se humilla será exaltado (Lucas 14:11). La verdadera humildad nos hace totalmente dependientes de Dios; o sea, sabemos que todo lo que somos se lo debemos a Él y por lo tanto es Dios quien merece todo honor y gloria.

Amado Señor: Perdónanos por las veces en que nos hemos dejado contaminar por este pecado de orgullo, altivez, soberbia y arrogancia y te hemos ofendido gravemente. Gracias por enseñarnos cuánto desprecias este pecado. Queremos ahora serte completamente fieles y deshacernos de ese viejo lastre que nos aleja de tu presencia. Danos humildad para adorarte, para hablar con el prójimo, para recibir, para ofrendar. Que todo lo nuestro sea para honrar tu Nombre. ¡Bendito seas por siempre Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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