Un hombre que tenía lepra se le acercó, y de rodillas le suplicó: —Si quieres, puedes limpiarme.
Marcos 1:40. NVI.
Lectura: Marcos 1:40-45. Versículo del día: Marcos 1:40.
MEDITACIÓN DIARIA
Yo no digo que el Señor tiene la obligación de
sanarnos, pero sí estoy segura de que Jesús vino a darnos salud y medicina.
También tengo la certeza de que creo en un Dios fiel y misericordioso y que me
puedo acercar con toda confianza para decirle: ‘si quieres puedes sanarme’.
Creo también que el Señor es soberano y que yo solamente soy barro en sus
manos. En mi caso, el Señor lo ha hecho en dos ocasiones frente a mi salud. Hoy
solo puedo decir que solamente por su infinita misericordia, me ha sacado del
borde de la muerte y me ha dado vida nuevamente. Sin embargo, cuando Él decida
llevarme estaré lista para partir hacia mi nueva morada. No puedo creer que voy
a pasar por encima de mi Señor, como exigiéndole: ‘me tienes que sanar’.
Humildemente debemos acercarnos a Jesús como aquel
hombre leproso; reconocer su autoridad y poder, y reconocer igualmente que no
somos nada. Solo tenemos nuestra propia vida para entregársela y someternos a
su voluntad que es buena, agradable y perfecta. Oro para que el Señor te responda:
“—Sí, quiero. ¡Queda limpio!” (v. 41b). La decisión está en sus manos.
Amado Señor: Te doy gracias por tu inmensa bondad y
amor derramado. Quiero decirte con todo mi corazón que mires la aflicción de
mis amigos y hermanos y si deseas sanarlos, te lo agradezco inmensamente. Mi
Señor, si decides lo contrario, solo te ruego que permitas que ellos te hayan
conocido y partan gozosos hacia la patria celestial Contigo. ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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