Tengan, pues, cuidado de hacer lo que el Señor su Dios les ha mandado; no se desvíen ni a la derecha ni a la izquierda. Sigan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer.
Deuteronomio 5:32-33. NVI.
Lectura:
Deuteronomio 5:1-33. Versículos del día:
Deuteronomio 5:32-33.
MEDITACIÓN DIARIA
El capítulo nos habla de la ley que el Señor Dios
pronunció en la montaña y que luego escribió en dos tablas de piedra para que
Moisés se la diera a conocer al pueblo de Israel (vv. 7-21). El Señor Jesús en el Nuevo Testamento nos la
resume en dos: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con
toda tu mente —le respondió Jesús—. Este
es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a
este: Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). Sí; porque del
versículo 6 al 15 en la lectura del día tiene que ver con el amor a Dios; y del
16 al 21 con el prójimo.
Miremos más allá lo que nos dice Gálatas: en este
tiempo vivimos por la fe y la ley no se basa en la fe. Aun desde antes de
promulgarse la ley, Abraham le creyó a Dios y esto se le tomó en cuenta como
justicia. Nosotros si creemos en Cristo Jesús, venimos a ser parte de los
descendientes de Abraham (Gálatas 3). “Cristo nos rescató de la maldición de la
ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: Maldito todo el que
es colgado de un madero. Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la
bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe
recibiéramos el Espíritu según la promesa” (Gálatas 3:13-14).
Como conclusión: somos hijos de Dios mediante la fe en
Cristo Jesús y esto nos basta para amarlo con todo el corazón, con todo el ser
y con toda la mente; y si lo amamos de esta manera podemos amar a nuestro
prójimo. Por lo tanto, haciendo lo mandado podemos seguir por el camino trazado
para que vivamos, prosperemos y disfrutemos la tierra que se nos dio. Esto es
lo que Dios espera de nosotros.
Gracias amado Señor por hacernos entender que por la
fe podemos amarte y amar al prójimo. Queremos seguir cogidos de tu mano para
avanzar por esta tierra con la gloriosa esperanza de una vida eterna a tu lado.
¡Te alabamos buen Dios!
Un abrazo y bendiciones.
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