El Señor le dijo a Abram: Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.
Génesis 12:1. NVI.
Génesis 12:1-9.
Versículo del día: Génesis 12:1.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando Dios llamó a Abram (en ese tiempo no era
todavía Abraham), para que saliera de Ur de los Caldeos y se fuera a poseer la
tierra de Canaán donde brotaba leche y miel, se la dio con el propósito de
formar un pueblo del cual él sería de gran bendición no solamente para ellos,
sino para todas las familias de la tierra (v. 3). Además de eso, sería la tierra que les
dejaría a toda su descendencia.
Estoy convencida que cuando el Señor nos lleva a otro
lugar es porque tiene un propósito divino en ello. La salida de mi país hacia
Estados Unidos estaba ya meditada en los planes de Dios, pero aún le sigo
pidiendo que me muestre su propósito en el área espiritual especialmente;
aunque sé que también puede tocar mis otras áreas. Mi intención con este
devocional es que no le temamos al cambio ni nos preocupemos cuando tengamos
que mudar de localidad. El Señor es quien va adelante abriendo caminos: “Marcharé
al frente de ti, y allanaré las montañas; haré pedazos las puertas de bronce y
cortaré los cerrojos de hierro” (Isaías 45:2). Más bien preocupémonos por dar
lo mejor de nosotros donde quiera que estemos y de orar por ese lugar. “Además,
busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por
ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad” (Jeremías
29:7). Y más adelante hay una linda promesa que no está escrita porque sí; es
muy cierta: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el
Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una
esperanza” (Jeremías 29:11). Estoy segura de que así es.
Buen Señor: Hoy quiero darte las gracias por habernos
traído hasta este lugar. Lugar donde nunca pensé en mis planes, pero tus
designios son otra cosa. Muchas gracias porque aquí he aprendido el verdadero
valor de la familia y de la amistad; porque he encontrado personas maravillosas
que no han dudado en tendernos su mano bondadosa para hacernos sentir que no
estamos solos. Porque has permitido precisamente en este lugar, que mi corazón
se sane de heridas pasadas y has restaurado vidas. Gracias porque igual sé que
sigues adelante con el propósito que tienes conmigo y que será muy grande. ¡Te
alabo y honro tu Nombre por siempre!
Un abrazo y bendiciones.
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