jueves, 29 de marzo de 2018

Haznos siervos humildes como Tú


Jesús les dijo: ―Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve. 
Lucas 22:25-26.

Lectura: Lucas 22:7-38.  Versículos del día: Lucas 22:25-26.

MEDITACIÓN DIARIA

Estas fueron palabras del Señor Jesús estando en la mesa celebrando con sus discípulos la Pascua ordenada en el Antiguo Testamento y donde instituyó la Cena. ¡Cuánto bien nos haría seguir ese ejemplo! Pero no; al revés, tenemos ínfulas de grandeza y poca humildad como para aceptar ser siervo en vez de amo. 
Mi oración es porque en el tiempo conmemorativo a la pasión, muerte y resurrección del Señor, todo el pueblo que se dice cristiano (católico, protestante y ortodoxo), entienda el verdadero significado de los acontecimientos sucedidos con el Hijo de Dios. Murió por nosotros, y en la peor muerte; la de más humillación: muerte de cruz. Fuera de eso vituperado, humillado, avergonzado y completamente desfigurado. Todo por ti y por mí. Todo por reconciliarnos con Dios Padre. El apóstol Pablo nos lo deja muy claro en su Carta a los Filipenses: Siendo Dios no le importó hacerse siervo. “No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos” (Filipenses 2:3).  Y continúa Pablo diciendo que nuestra actitud debe ser como la de Cristo Jesús: “quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! (Filipenses 2:6-8).

Amado Señor Jesús: Permite que entendamos el verdadero significado de lo que pasaste por nosotros. Enséñanos a ser humildes y a aprender a bajar la cabeza sabiendo que no somos más que nadie y que si Tú lo hiciste por nosotros, ¿por qué no hacerlo también de la misma manera con el prójimo? Gracias buen Jesús por ese sacrificio tan sublime con el cual nos diste el mejor de los regalos: la salvación eterna. ¡Gloria a Ti bendito Salvador!

Un abrazo y bendiciones.

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