Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente: ―Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada. ―¡Sáquenla y quémenla! —exclamó Judá.
Génesis 39:24.
Lectura: Génesis
38:1-30. Versículo del día: Génesis 38:24.
MEDITACIÓN DIARIA
Esta es la historia de
Judá hijo de Jacob y Tamar quien en realidad era su nuera. A Tamar se le murió
su esposo Er y por cuestiones de la ley tuvo que casarse con Onán, hermano de
Er quien también murió. Le correspondía entonces a Selá el menor tomarla como
esposa pero su padre Judá no cumplió lo prometido y Tamar resolvió jugarle una
mala pasada cuando supo que iría a su pueblo. Se vistió como prostituta, se
acostó con él y quedó embarazada. Entonces Tamar le pidió en garantía unas prendas
supuestamente como pago, pero con la intención de mostrarlas cuando supiera que
estaba embarazada. A eso se refiere el versículo del día.
Del relato me
impresionan varias cosas: la primera que Judá le desobedeció a Dios por casarse
con mujeres extranjeras (v. 2); luego la actitud de Onán frente a la situación
por lo cual Dios le quitó la vida también; el versículo me recuerda la poesía
de Juana Inés de la Cruz: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin
ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”. Pero lo que más me impacta es
que del hijo nacido por ese pecado o sea de Fares, viene la genealogía de
Jesús. Creo que Dios en su infinita sabiduría actuó de ese modo primero que
todo para que se cumplieran las profecías respecto al Salvador del mundo “pero
el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros” (Isaías 53:6). Y
segundo, precisamente para mostrarnos la necesidad del hombre para ser salvo.
El Señor Jesús se llevó en esa cruz el pecado no solo de Judá y Tamar sino el
de toda la humanidad. El hombre caído siempre actuará de acuerdo a su
naturaleza pecaminosa. Separados de Dios el mal vence sobre el bien.
Gracias a Dios porque
precisamente por reconocer en Jesús su obra redentora, es que ahora tenemos
acceso a nuestro Papito Dios y a la vida eterna. Mi llamado es para ti mi
amigo(a), si lo no conoces es el momento de hacerlo; entrégale tu vida y te
aseguro que jamás te arrepentirás. Dile así:
Señor Jesús, reconozco que soy pecador; hoy te entrego mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Hazme la persona de acuerdo a tu santa voluntad. Gracias por perdonar mis pecados y saber que Contigo tendré una vida plena a tu lado. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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