domingo, 18 de marzo de 2018

Desarraiga el odio y la envidia

En vez de eliminarlo, vendámoslo a los ismaelitas; al fin de cuentas, es nuestro propio hermano. Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él. 
Génesis 37:27.

Lectura: Génesis 37:1-36.  Versículo del día: Génesis 37:27.

MEDITACIÓN DIARIA

El capítulo nos habla de José el hijo de Jacob y Raquel, la mujer que él amó y por consiguiente era el preferido de su padre, lo que ocasionó que sus hermanos comenzaran a odiarlo. José tuvo unos sueños en donde veía que sus hermanos se inclinaban ante él y esto le produjo más rechazo de sus hermanos quienes le tenían envidia. Sin embargo Jacob estaba intrigado por el significado de esos sueños (vv. 3-11).
En las familias siempre surgirán problemas y rencillas entre los mismos y el hogar de Jacob no fue la excepción. Así que los hermanos buscaban la oportunidad de hacerle daño y la encontraron cuando Jacob lo envió a Siquén donde se encontraban apacentando las ovejas, para saber cómo estaban ellos y los rebaños. Al verlo desde lejos empezaron a maquinar matarlo pero al final desistieron y lo arrojaron en una cisterna de la que lo sacaron por insinuación de Judá para venderlo a unos ismaelitas que iban para Egipto.
Observemos en todo lo que cayeron: por odio y envidia tramaron matarlo; de por si el odio ya los convertía en asesinos (1 Juan 3:15). Se les despertó la codicia; lo vendieron por veinte monedas de plata. Engañaron a su padre y le mintieron haciéndole creer que un animal lo había devorado y ni les importó el dolor ocasionado. Aprendamos que la envidia y el odio por lo general van de la mano y que se hace más daño el causante que el afectado. Si estos pecados te están rondando es hora de desarraigarlos de tu vida. No permitas que quedes atado por caer en ellos. Confiesa y pídele al Señor que te libere de esa carga que de por sí es bien pesada.

Señor Jesús: Gracias por tu Palabra que día a día nos instruye para llevarnos por el camino recto que deseas para los tuyos. Perdona Señor todo pecado de ira, enojo y falta de perdón que nos afecte llevándonos a aborrecer al prójimo o a desearle mal alguno. Saca igualmente la envidia e inúndanos de amor, perdón y compasión. Gracias bendito Señor. ¡Te amamos!

Un abrazo y bendiciones.

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