El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísimo; por eso jamás caerá.
Salmo 21:7.
Lectura: Salmo 21:1-13. Versículo del día: Salmo 21:7.
MEDITACIÓN DIARIA
El rey David no se
creía el súper héroe ni el que se las sabía todas. Al contrario conocía sus
debilidades y se las mostraba a su Señor tal cual era él mismo. Una cosa
sobresalía: su confianza firme en el Dios que siempre lo guardaba y libraba.
El amor de Dios que
nunca se agota debería ser el motor que nos guíe siempre a confiar y creer en
Él a pesar de las pruebas que puedan venir. Su amor está demostrado en la
divina gracia que sin merecer derramó sobre nosotros. Es que su regalo, su don,
su favor, su sublime gracia no puede pasar desapercibida en nuestro diario
vivir. Cuando entendemos la magnitud de esa gracia podemos decir como el
apóstol Pablo: “El amor de Cristo nos obliga” (2 Corintios 5:14), ya que Cristo
murió y se entregó sin pedirnos nada a cambio. Su amor es tal, que nos lleva y
nos sostiene.
De esta manera tu fe es
confianza, tu fe es creer, tu fe es actuar; tu fe está rodeada de su amor.
Jesús amado: Pon en
nosotros un corazón sincero y humilde como el que tenía David. Seguro que entre
más humildad demostremos más grande será nuestra confianza en Ti. Tú eres el
Dios que nos guardas, nos proteges, nos libras del maligno y nos llevas de tu
mano. Tu amor jamás nos dejará. ¡Eres el Magnífico Dios! ¡Te amamos Jesús!
Un abrazo y
bendiciones.
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