miércoles, 28 de marzo de 2018

Cuida tu testimonio para bendecir también



Por causa de José, el Señor bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del Señor se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo. 

Génesis 39:5. NVI


Lectura: Génesis 39:1-23.  Versículo del día: Génesis 39:5.

MEDITACIÓN DIARIA

El capítulo nos habla la historia de José, hijo de Jacob en casa de Potifar funcionario del faraón, donde llegó después de que sus hermanos lo vendieron. Allí se ganó la confianza de Potifar y éste lo nombró mayordomo y administrador de todos sus bienes (vv. 1-4). El hecho de estar José, un hombre justo en esa casa, sirvió para que Dios la bendijera y prosperara en todo. Más tarde, cuando Potifar estaba ausente, su esposa quien se enamoró de José lo acusó de querer acostarse con ella solamente porque él rehusó de hacerle ese daño a su patrón. José fue a parar a la cárcel por este hecho y también allí, el Señor estaba con él e hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel, el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía (vv. 10-23).
Es importante observar cómo Dios bendice el trabajo y aun la empresa donde una persona labora, cuando ésta es de su agrado porque le teme y le obedece. Pero fijémonos bien que Dios lo bendijo porque José a pesar de la tentación no cayó; dio testimonio como hombre de Dios que era. Esto nos deja una gran lección: Dios bendice la obediencia a Él. José no solamente hizo prosperar la casa de Potifar sino también todo cuanto se hacía en la cárcel. Tú puedes ser igualmente bendición en el sitio que Dios te ha puesto; tal vez sin saberlo ya lo eres. Pero recuerda que es una respuesta a tu testimonio. Infortunadamente se oyen muchas quejas de cristianos que cuando van a laborar lo que menos demuestran es ser lo que dicen. Pregúntate si estás siendo bendición para tu empresa; si estás trabajando con responsabilidad y con ética dejando una huella positiva o, al contrario, llegas tarde, pierdes tiempo, llevas para casa objetos de tu oficina, no acatas las órdenes del jefe, hablas mal de ellos, etc. Pídele al Espíritu Santo que te redarguye y si es necesario confiesa tu pecado a Dios para que te restaure y empieces a caminar allí como persona que conoce al Señor y quiere dar lo mejor.

Amado Señor: muchas gracias por tu amor hacia nosotros. Gracias por tenernos en cuenta en las instituciones donde nos movemos y laboramos. Perdona las veces que no hemos sido testimonio y permite que de ahora en adelante nos comportemos como verdaderos hijos tuyos. Bendice las empresas que nos han abierto sus puertas para permitirnos trabajar en ellas. Queremos ser artífices de bendición en cada una. ¡Gracias, muchas gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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