miércoles, 20 de diciembre de 2017

Aprendamos a decir: aquí tienes a la sierva del Señor

―No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.  Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David,  y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin. Lucas 1:30-33.

Lectura: Lucas 1:26-38.  Versículos del día: Lucas 1:31-33.

MEDITACIÓN DIARIA

Ante el saludo del ángel Gabriel, María se asustó y se preguntaba qué significaba dicho saludo (vv. 28-29), por eso el ángel la calma anunciándole que sería la madre del Salvador. ¡Qué noticia más hermosa para una joven mujer que muy seguramente buscaba de Dios incansablemente y por eso fue favorecida! La profecía se cumplía: “Por eso, el Señor mismo les dará una señal: La joven concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel” Isaías 7:14. Me atrevería a pensar que María esperaba con ansia al que sería el Mesías pero nunca se imaginó ser ella la escogida como madre. Sin embargo vemos en su respuesta hasta dónde llegaba su conocimiento de la Escritura y la sumisión a su Dios, al responder: “―Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho. Con esto, el ángel la dejó” (v. 38).
Gran lección nos deja la bendita virgen María: podemos decir con certeza que fue la primera persona en recibir al Señor Jesús en su vida. Se consideraba la sierva del Señor y estaba dispuesta a hacer su voluntad aun a sabiendas de lo que significaba un embarazo sin estar todavía casada (vv. 34-37). Sigamos su ejemplo: busquemos humildemente a Dios y estemos dispuestas a hacer su voluntad sin importar lo que el mundo opine o crea. También Papá Dios nos bendecirá.

Amado Jesús: que en nuestro corazón siempre se halle la disposición de servirte. Pon en nosotras especialmente el deseo de ser mujeres de oración. Que aprendamos a decir también ante tu Palabra: “Aquí tienes a la sierva del Señor”. Gracias buen Salvador por enseñarnos a ser diferentes aun desde el inicio de tu gestación. ¡Te alabamos, te honramos y te adoramos!

Un abrazo y bendiciones.

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