viernes, 27 de octubre de 2017

Vayamos a quien de verdad nos escucha y guarda

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. 
Filipenses 4:6-7.

Lectura: Filipenses 4:1-9.  Versículos del día: Filipenses 4:6-7.

MEDITACIÓN DIARIA

Cuando las cosas no nos salen como lo pensamos nos enojamos, angustiamos y hasta nos deprimimos. Sin embargo, Dios que todo lo ve y calcula, sabe perfectamente por donde conducirnos. Entonces en vez de gastar tanta energía en lo negativo, lo correcto es que vayamos al trono de la gracia, al que es nuestro refugio y fortaleza, al que nunca está ocupado y nos espera con los brazos abiertos: a nuestro buen Padre Celestial. Es a Él a quien tenemos que contarle lo que nos pasa. Recordemos que David a pesar de las dificultades siempre se refugiaba en el Señor. Si tenía furia contra alguien se lo decía francamente y sin temor porque estaba plenamente convencido que Dios lo escuchaba.
Igual sucede con nosotros. El Señor está ahí, no se ha ido; es más, aparte de saber todo lo que estamos viviendo espera que se lo confiemos. Que si tenemos que llorar, lloremos; si gritar que gritemos. Esto es llegar a sus pies con toda oración y ruego; el Señor no nos va a cuestionar por eso; antes le gusta nuestra sinceridad. Además el Señor Jesús dijo que fuéramos a Él cuando estuviéramos cansados y cargados y nos daría descanso (Mateo 11:28). No dudemos en ir a quien de verdad nos dará de su paz y de su amor, guardando nuestros corazones y pensamientos para que no se forme por lo sucedido raíces de dolor y de amargura.

Amado Papito Dios: nos postramos ante Ti para rogarte por esta situación incómoda y trastornadora que se ha presentado. Sabemos buen Señor que ya bajaste tu cabeza hacia nosotros para escucharnos y rodearnos con tu amor y benevolencia. Llévanos de tu mano para proseguir sin perder la paz y el regocijo, cuidando nuestros corazones de iras, resentimientos y odios en Cristo nuestro Salvador. ¡Gracias, muchas gracias bendito Dios Consolador!

Un abrazo y bendiciones.

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