Un día vendrá el Señor Todopoderoso contra todos los orgullosos y arrogantes, contra todos los altaneros, para humillarlos.
Isaías 2:12.
Lectura: Isaías
2:6-22. Versículo del día: Isaías 2:12.
MEDITACIÓN DIARIA
El orgullo es un pecado
en el cual se cae fácilmente. En mi parecer, tanto la idolatría como el orgullo
van de la mano. Dios desea que se le adore únicamente a Él y es el mandato dado
desde la antigüedad (Éxodo 20:2-6 y Deuteronomio 6:4-5), y más tarde afirmado
por el Señor Jesús (Mateo 22:37-38). Mandamiento que se olvida fácilmente. La
lectura nos dice que los hombres estarán llenos de astrólogos y adivinos; les
interesará más el oro y la plata que su Hacedor. Se harán ídolos de todo y por
todo. “Su país está lleno de ídolos; el
pueblo adora la obra de sus manos, lo que han hecho con sus propios dedos” (vv.
6-8). Es que el hombre al adorar sus bienes y riquezas fácilmente se olvida de Dios
y este pecado lo lleva directamente a otro igual o peor que es el orgullo. El
Señor aborrece tanto el orgullo como la idolatría e infortunadamente estos dos
pecados pululan en la humanidad.
Por esto, la ira de
Dios llegará y no habrá sitio para esconderse. Miremos el texto directamente: “La
altivez del hombre será abatida, y la arrogancia humana será humillada. En
aquel día solo el Señor será exaltado, y los ídolos desaparecerán por completo.
Los hombres se meterán en las cuevas de las rocas, y en las grietas del suelo, ante
el terror del Señor y el esplendor de su majestad, cuando él se levante para
hacer temblar la tierra” (vv. 17-19 en la lectura).
Todas las vanaglorias
del mundo no nos conducen sino al lago de fuego. Como conclusión a través de
Isaías el Señor nos exhorta a lo siguiente: “¡Dejen de confiar en el hombre, que
es muy poco lo que vale! ¡Su vida es un soplo nada más!” (v. 22).
Amado
Señor: Te pedimos perdón por las veces que hemos caído en idolatría y orgullo. Permite
que en nuestro corazón solo halle cabida la adoración plena hacia Ti. Aléjanos
por favor de ídolos como las riquezas y obras de las manos que solo nos llevan
a contagiarnos de orgullo y arrogancia. Gracias porque eres un Dios
misericordioso y confiamos en tu perdón. ¡Te alabamos Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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