lunes, 30 de octubre de 2017

Desarrollar las tres virtudes orando en el Espíritu

Ustedes, en cambio, queridos hermanos, manténganse en el amor de Dios, edificándose sobre la base de su santísima fe y orando en el Espíritu Santo, mientras esperan que nuestro Señor Jesucristo, en su misericordia, les conceda vida eterna. 
Judas 1:20-21.

Lectura: Judas 1:17-25.  Versículos del día: Judas 1:20-21.

MEDITACIÓN DIARIA

El apóstol Judas nos exhorta en estos dos versículos, a seguir el amor, la fe y la esperanza. Tres virtudes esenciales en la vida del cristiano, Pero recordemos que el amor es la más excelente de todas (1 Corintios 13:13), porque sin amor no hacemos nada. El amor debe ser la virtud que nos impulse a acrecentar y edificar la fe sobre el cimiento del Señor Jesucristo: “arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó” (Colosenses 2:7). Orando en el Espíritu Santo tal como lo hacía la Iglesia primitiva que andando en la fortaleza del Espíritu seguía creciendo (Hechos 9:31), para gozar de la bendita esperanza de una vida futura que nos espera eternamente a su lado. “Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios… Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado” (Romanos 5:2b y 5).
Somos privilegiados porque nos espera gozar de la gloria de Dios. Gloria a la que todos tenemos acceso pero que no todos la aceptan porque no entienden en verdad lo que fue la obra redentora del Señor Jesucristo, por ese amor de Dios hacia la humanidad. Nos corresponde entonces como privilegiados, desarrollar las tres virtudes orando en todo tiempo en el Espíritu (Efesios 6:18); dando gracias a Dios porque somos sus hijos y porque el Espíritu de su Hijo que mora en nosotros, nos impulsa a llamarle cariñosamente ¡Papito Dios! (Gálatas 4:6). ¡Cómo no agradecer tanta bondad y deferencia regalada!

Amado Papito Dios: muchas gracias por manifestar en cada uno de tus hijos el amor inmenso derramado a través de tu Hijo Jesús en el cual cimentamos nuestra fe, y tener la certeza de la bendita esperanza que nos aguarda de una vida eterna en la patria celestial. Permite que de este mismo modo con el escudo de la fe recibida y con el mismo amor tuyo, nos pongamos los zapatos para proclamar el Evangelio de la salvación. ¡Te amamos Santo Padre, te amamos Santo Hijo y te amamos Santo Espíritu! ¡Nos gozamos y deleitamos en Ti Dios Trino Santo y Poderoso!

Un abrazo y bendiciones.

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