¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: ¿Por qué me hiciste así?
Romanos 9:20.
Lectura: Romanos
9:1-29. Versículo del día: Romanos 9:20.
MEDITACIÓN DIARIA
No podemos olvidar que
Dios es Dios y nosotros simplemente sus súbditos. Él nos creó, no nosotros a
Él. Tenemos que reconocer su soberanía y si le place endurecer el corazón de
una persona como lo hizo con el faraón, o ablandarlo a su antojo, ¿quiénes somos
para impedirlo? Y si quiere dar a conocer su poder y fuerza para manifestar sus
gloriosas riquezas, lo hace sin pedirle permiso a nadie (vv. 17-18 y 22-23). De
esta manera Dios quiso hacer de los gentiles también su pueblo; por eso está
escrito en Oseas: “Llamaré mi pueblo a los que no son mi pueblo; y llamaré mi
amada a la que no es mi amada. Y sucederá que en el mismo lugar donde se les
dijo: Ustedes no son mi pueblo, serán llamados hijos del Dios viviente” (vv. 25-26).
Igual que en Isaías se afirma que solo el remanente de Israel será salvo (vv.
27-28). Y si a Dios le satisfizo hacerlo así, nadie tiene derecho a cuestionar
sus decisiones porque su soberanía es indiscutible.
Ahora que nos damos
cuenta del amor y la misericordia que ha tenido Dios con los gentiles debemos
es honrarlo y adorarlo por tenernos entre sus escogidos; por llamarnos ‘pueblo
mío’. Tú y yo somos bendecidos porque a
Dios le agradó hacernos sus hijos. Respondámosle como lo merece un padre y
mucho más porque Él es el Padre perfecto.
Amado Dios: Gracias por
tenernos dentro de los partícipes del reino tuyo. Gracias porque tu soberanía
es incuestionable y los tropiezos y problemas son para glorificar tu Nombre; yo
doy fe de que así es. ¡Gracias, muchas gracias buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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