Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas espiritualmente.
3 Juan 2.
Lectura: 3 Juan 1-15. Versículo del día: 3 Juan 2.
MEDITACIÓN DIARIA
¡Qué saludo tan bonito
el del apóstol Juan para su hermano en el Señor! Esa frase encierra todo lo que
podemos desear para un ser querido. Un claro ejemplo de orar con sinceridad
para que a los nuestros les vaya bien en
todo lo que emprendan demostrándoles sin envidias ni egoísmos cuánto deseamos
que triunfen en las cosas materiales. Esto es muy importante porque la envidia
reina incluso en las relaciones cristianas y muchas veces entre los mismos cristianos,
en vez de regocijarse en la prosperidad del hermano se siente envidia y celos
como cuestionando a Dios: ¿Por qué a él y no a mí? Por otro lado sin olvidar
orar por el bienestar físico del cuerpo que tanto se necesita; así como el
expresar que anhelamos, esa persona siga creciendo espiritualmente. Es que si
vemos lo que es prosperidad, nos damos cuenta que en realidad es un compendio. La
prosperidad es bonanza, felicidad, dicha y dicha es bienaventurado. El
bienaventurado goza de la bendición completa.
Así que siguiendo el
ejemplo del apóstol Juan, es la oración que abarca la prosperidad en todas las
áreas de la vida; material, física y espiritual ansiando un equilibrio entre
ellas para no dejar ningún campo abierto al enemigo. Acostumbrémonos a hacer lo
mismo. “Hermanos, siempre debemos dar
gracias a Dios por ustedes, como es justo, porque su fe se acrecienta cada vez
más, y en cada uno de ustedes sigue abundando el amor hacia los otros” (2
Tesalonicenses 1:3).
Amado Señor: Oramos
para que el amor verdadero nos distinga del mundo. Pon en nuestros corazones el
orar dándote gracias especialmente por los hermanos en la fe, pero sin dejar a
un lado a amigos y conocidos que también necesitan que ante todo se les
demuestre el amor tuyo reflejado en nosotros. ¡Gracias bendito Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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