¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos!
Salmo 119:5 NTV.
Lectura: Salmo
119:1-8. Versículo del día: Salmo 119:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Observemos como empieza
este Salmo y aprendamos algo sobre la lectura del día. Nos dice primero que
todo que en el íntegro hay felicidad, alegría, dicha, gozo porque obedece
la Palabra de Dios (vv. 1-2). Y pongamos
mucha atención al versículo que sigue: (los íntegros), “No negocian con el mal y
andan solo en los caminos del Señor” (v. 3). En este mundo tan corrupto en que
vivimos qué factible es dejarse llevar por el soborno, las prebendas, el dinero
fácil y los falsos amigos que inducen al pecado. Pero el íntegro, el que vive
la Palabra de Dios como es, andará dichoso de saber que le cumple a su Señor y
que no tiene nada de qué avergonzarse. Por eso puede exclamar con seguridad y
valentía que desea, sus acciones (testimonio), sean un vivo reflejo de los decretos del
Señor. La Palabra de Dios es tan importante para el nacido de nuevo que Pedro
nos afirma que este renacer es
imperecedero, mediante la Palabra de Dios que vive y permanece: “Pues han
nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará
para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios” (1 Pedro
1:23 NTV).
Sigamos: cuando demos el fiel testimonio de nuestras acciones, por cumplir sus mandatos, caminaremos con la frente en alto sin temor alguno (v. 6). Y ¡qué lindo es el Señor! Él sabe que no llegamos a sus pies aprendidos; desde el momento en que lo recibimos y conocemos, hay mucho que dejar y mucho por tomar. Así que es poco a poco que su Palabra se va impregnando en cada uno de acuerdo a la misma disciplina que tengamos para leerla, meditarla y aprenderla. Cada vez que logremos avanzar es un escaño más que subimos; entonces, debemos ser agradecidos con el Señor (v. 7). Siendo como somos: tercos, testarudos, inconstantes, infieles y hasta olvidadizos nos toca exclamar como el Salmista: “¡por favor, no te des por vencido conmigo!” (v. 8).
Sigamos: cuando demos el fiel testimonio de nuestras acciones, por cumplir sus mandatos, caminaremos con la frente en alto sin temor alguno (v. 6). Y ¡qué lindo es el Señor! Él sabe que no llegamos a sus pies aprendidos; desde el momento en que lo recibimos y conocemos, hay mucho que dejar y mucho por tomar. Así que es poco a poco que su Palabra se va impregnando en cada uno de acuerdo a la misma disciplina que tengamos para leerla, meditarla y aprenderla. Cada vez que logremos avanzar es un escaño más que subimos; entonces, debemos ser agradecidos con el Señor (v. 7). Siendo como somos: tercos, testarudos, inconstantes, infieles y hasta olvidadizos nos toca exclamar como el Salmista: “¡por favor, no te des por vencido conmigo!” (v. 8).
Padre amado: Si no
fuera porque tenemos tu Palabra para instruirnos no sabríamos ni entenderíamos
lo que esperas de nosotros. Gracias por poderla tener y estudiarla; es un
privilegio que aun en el mundo occidental gozamos. Enséñanos a apreciarla y a
valorarla como lo que es: Palabra tuya escrita con el único fin de mostrarnos tu
grandeza, a través del amor y la
misericordia con la humanidad. Señor, no lo sabemos todo, ¡por favor termina en
cada uno la buena obra que empezaste! Muchas gracias buen Dios y Señor.
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario