lunes, 10 de abril de 2017

¡Hosanna en las alturas!

Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! 
Mateo 21:8-9.

Lectura: Mateo 21: 1-11.  Versículos del día: Mateo 21:8-9.

MEDITACIÓN DIARIA

El Señor se paseó por las calles de Jerusalén en un burrito aprovechando la admiración de la gente para se cumpliera lo dicho por el profeta Zacarías (v. 5), y así darse a conocer como el  Rey que era; solamente que por ahora solo vendría como el Mesías sufriente no reinante. ¿Cómo no lo iban a aclamar si habían sido testigos presenciales de sanaciones, de multiplicación de panes y peces, y de la resurrección de Lázaro? Más ellos que esperaban un rey que los liberara del poder y de la tiranía de los romanos, no entendieron que el Señor primero les liberaría de la esclavitud del pecado. Esta muchedumbre que le tendió una alfombra de palmas para que cabalgara por las calles de la ciudad y que se conmovió con su entrada a Jerusalén (v. 10 en la lectura), fue la misma que a gritos y con rabia pedían su crucifixión más adelante.
Como costumbre por esta época se llevan palmas a las iglesias pero tristemente las personas ni saben el significado de lo que conmemoran. Están encasillados en un Dios que siguen por tradición más no por convicción. Todos, sin excepción tenemos que tenderle al Señor las palmas abiertas de nuestro corazón para que podamos comprender su grandeza como Rey y Señor de nuestras vidas.  El Señor comienza una profunda liberación en cada persona porque su Palabra dice: “y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32); la Verdad que es el Señor Jesucristo (Juan 14:6). Con Él se tiene la bendita esperanza de verlo después en gloria, como el Rey de Reyes en la Jerusalén celestial.

Bendito Señor: Gracias porque eres el Rey por excelencia; el Rey que mora en nuestros corazones y no queremos traicionarte. Enséñanos a ser consistentes en la fe en Ti. Que si de verdad hoy proclamamos ¡Hosanna!, mañana no estemos defraudándote sin dar el testimonio debido. ¡Gracias por tu inmenso amor y bondad Señor! ¡Hosanna en las alturas!

Un abrazo y bendiciones.


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