No temas, pues en memoria de tu padre Jonatán he decidido beneficiarte. Voy a devolverte todas las tierras que pertenecían a tu abuelo Saúl, y de ahora en adelante te sentarás a mi mesa.
2 Samuel 9:7.
Lectura: 2 Samuel
9:1-13. Versículo del día: 2 Samuel 9:7.
MEDITACIÓN DIARIA
David recordó lo que le
había prometido a Jonatán y actuó de acuerdo a ese pacto (1 Samuel
20:14-17). Tal parece que ya había
transcurrido mucho tiempo porque David primero fue rey de Judá, antes de serlo
de todo Israel. Ya se había convertido en un hombre de poder y de fama. Ahí es
cuando se admira su lealtad. Habiendo sido Saúl su enemigo número uno, bien
podía haberse desentendido del asunto, pero no; cumple su palabra y entrega a Mefiboset,
hijo de Jonatán y nieto de Saúl, todas las tierras que pertenecían a su abuelo
Saúl y además de eso, lo llama a sentarse a su mesa desde ese día.
Por otro lado, David
también le demostró lealtad a su amigo Jonatán quien a pesar de las
dificultades y de saber Jonatán que él nunca llegaría al trono sino que sería
precisamente su amigo David, no tuvo envidias ni resentimientos sin dejar que
eso debilitara su amistad; antes por el contrario, se fortaleció. En
conclusión: fue una lealtad recíproca.
Para tener en cuenta
los dos puntos. Pues actualmente la palabra dada ya no tiene valor y menos
cuando se trata de cumplir una promesa. El otro punto es reconocer lo que vale
una verdadera amistad y no dejarla por quizá malos entendidos o envidias
suscitadas. La amistad es un tesoro valioso que hay que saber guardar.
Señor Jesús: Gracias
por enseñarnos a través de tu Palabra lo que significa una promesa o pacto.
Gracias porque también entendemos la grandeza de la amistad sincera. Permite
que de ahora en adelante seamos consecuentes con lo que decimos o prometemos y
que le demos el valor a la amistad como debe ser, porque amigo(a), hay más fiel
que un hermano. ¡Te alabamos Señor y honramos tu Nombre!
Un abrazo y
bendiciones.
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